Una terrorífica idea ha llegado para quedarse entre los runners; se trata del concepto “pagar es bien”. Con lo que a mí me gustaba la palabra “gratis”, o “barato”. Pues bien estos anticuados términos pasan de moda porque pagar mola, y cuanto más pagas más molas, y cuanto más molas más respeto mereces. Así que ¿quién va a participar en una carrera de 10 miserables euros pudiendo desembolsar 400 en otra que te cuelgue un cartel oficial de superfinisher? Y, ¿quién va a entrenar con una camiseta de algodón de las fiestas de su pueblo pudiendo usar una supertécnica y motivante prenda de 100 pavos?
No obstante hay precios justos para muchas cosas que merecen la pena, pero la sombra del marketing se cierne sobre nosotros y me da susto pensar que si esto de correr llegase a molar demasiado, quizá fuese cool pagar por ello.
