En el hipotético caso de que yo estuviese podrido de €uros y algún bandido quisiera hacerse con ellos mediante un secuestro exprés (por ejemplo), no lo tendría nada complicado. Le bastaría con tirar una red a la hora habitual y en el lugar por el que siempre paso cada vez que voy a correr.
Los que corremos tenemos una rutina y un hábito aplastante; correr tiene forma de rutina porque para esto no hay atajos ni trucos mágicos mediante los cuales uno pueda alcanzar sus objetivos. De hecho no solo correr, la gran mayoría de las cosas requieren tiempo, esfuerzo y dedicación.
El cerebro se adiestra de esta forma, repitiendo la acción para convertirla en un hábito, del cual haremos nuestra rutina. Y finalmente gozaremos de una conducta aprendida: seremos corredores. El hecho de que algo se te dé bien es obviamente un gran catalizador en todo el proceso, y por eso mismo mi absoluta falta de habilidad para colar un balón de cualquier tipo en una red de cualquier tipo, me hizo runner.
Para crear un hábito y mantenerlo durante años es necesario (según un estudio de la University College de Londres) repetirlo cada día en la misma situación durante 66 días, y no 21 o 28 como algunos defienden. Mi intención no es reventarle el programa 21 días a a la cadena Cuatro (además la presentadora es colega) pero así es como están las cosas… educar al cerebro está más caro de lo que parecía, pero merecerá la pena.
Muchos kilómetros y cuidado con los pobres caracoles.
PD: Quiero dedicarle esta ilustración a “Perejil”, un caracol que tuve como mascota durante semanas a mis 7 años, y cuya vida segué mientras corría por el patio de mis abuelos mediante firme pisada y dramático “crunch”. Va por ti.
Pobre animal!!!