Luis Enrique, un 27 de mayo de 1996, realizó un viaje relámpago de ida y vuelta de Madrid a Barcelona. Era lunes. En el hotel Arenas, cercano al Camp Nou, le esperaba el entonces vicepresidente Joan Gaspart. Tenía contrato con el Real Madrid hasta el 30 de junio de aquel año, pero desde hacía semanas había decidido que no renovaría por los blancos y, también, que su muevo destino era el Camp Nou. Aquel día, con la presencia de Gaspart, que le puso encima de la mesa la documentación, firmó su nuevo contrato, por cinco temporadas, hasta 2001.

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