El 'tercer hombre' del Tour viste de verde

El corredor belga Wout van Aert está siendo la sensación de esta Grande Boucle

Triunfa en todos los terrenos y si ha de hacer de gregario lo hace sin que le caigan los anillos

Van Aert junto al líder de la general, Jonas Vingegaard

Van Aert junto al líder de la general, Jonas Vingegaard / AFP

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Ponga un Wout Van Aert en su vida y enamórese de él, porque si gusta este deporte, si se disfruta del Tour, es un espectáculo verlo... es el ciclista total y, sobre todo, al margen de Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar, el tercer hombre de esta ronda francesa y seguramente el que más protagonismo ha tenido en las 17 etapas que se han celebrado hasta ahora. No se le caen los anillos cuando ha de hacer de gregario, como ayer, y encima ya tiene asegurada la clasificación de los puntos y el domingo un homenaje en los Campos Elíseos .

Algunos corredores ni aparecen por televisión. O se les ve en una esquinita, y si alguien se coloca en la cuneta y lo divisa en medio del pelotón hasta chilla su nombre. Pero no ver a Van Aert es imposible. ¿Alguien recuerda alguna etapa en la que no haya brillado?

Cuando el guion del Tour dicta llano y esprint a la vista, pocas ocasiones por cierto, allí está Van Aert para disputarlo. Aunque no gane, nunca baja de la tercera posición. Cuando se presenta una cuestecilla que le permite irse en solitario, como sucedió en Calais, se escapa y gana la etapa. El día de los adoquines allí se dejó ver y aunque el término no resulte apropiado escribirlo, Van Aert salva una y otra vez los muebles a su equipo y sobre todo a Vingegaard. Suya fue la gesta, el día de las piedras, después de que pinchara el líder del Tour, para que el corredor danés solo cediera segundos ante un Pogacar desbocado. Su acción  permitió a Vingegaard que pudiera vestirse de amarillo y no quedar relegado en la general al perder un tiempo imposible de recuperar.

Pero es que cuando ha llegado la montaña aparece de la nada, como sucedió el martes en el estreno de los Pirineos,  se cuela en la fuga buena, bebe un sorbo de agua, se refresca en la caldera del Tour, se toma un descenso en plan relajación y espera a Vingegaard para conducirlo a meta y evitarle cualquier sobresalto. O como ayer, que siendo supuestamente un corredor para el llano, estuvo al lado del jersey amarillo hasta que las fuerzas le dijeron basta, en las primeras cuestas de Val Louron.

Van Aert es un prodigio de la naturaleza y si finalmente Vingegaard gana el Tour se merece que corte los bolsillos del jersey amarillo y se los entregue como premio. No ha habido día en el que no haya montado el espectáculo, vistiendo de verde, primero de amarillo, para convertirse en una referencia de este Tour.