Siempre los primeros

Se cumplen 30 años de la Champions League ganada por el Marsella, la única para un club francés

Aun con su lado oscuro, sigue siendo un motivo de orgullo

El Marsella, único club francés con una Champions

El Marsella, único club francés con una Champions / SPORTbyPanenka

Carlos Martín Rio

Carlos Martín Rio

Bernard Tapie no era un experto en fútbol cuando llegó a la presidencia del Olympique de Marsella en 1986. Pero sí que tenía ideas para darle la vuelta al club. Cantante, showman, empresario polémico y futuro ministro, también se fijaba en el deporte.

Su incursión en el ciclismo, con la creación del equipo La Vie Claire, propició el quinto Tour de Francia de Bernard Hinault, el último con acento galo, en 1985. Unos meses después de aquel éxito, en una cena celebrada en la embajada de la URSS en París, le plantearon pasarse el fútbol.

“Es increíble lo que hiciste con Hinault. ¿Por qué no vienes a Marsella y haces remontar el vuelo al OM?”, le dejó caer la escritora Edmonde Charles-Roux, que se comprometió a hablar del asunto con su marido, el alcalde de la ciudad, Gaston Defferre. Todo se aceleró. Defferre le ofreció que echara una mano al entonces presidente, con problemas para encontrar financiación.

Pero cuando llegó el dinero, Tapie tuvo claro que no iba a dejar que nadie más se ocupara del asunto. Como recuerda a la revista So Foot Marc Fratani, el hombre de confianza del alcalde en aquella época, “Tapie despidió al presidente para ocupar su lugar. Nunca puso un franco”.

Un nuevo estilo había llegado a la Provenza. Tapie sacaba lo mejor de los jugadores a base de presionarlos o darles discursos emotivos. Estaba pendiente del trabajo de sus empleados, especialmente de sus errores. Trató de americanizar la experiencia de partido con música y conciertos. Y, sobre todo, construyó un equipo al que llegaron iconos como Jean-Pierre Papin, un futuro Balón de Oro que, sin embargo, se marcharía al Milan justo antes de que Marsella tocara el cielo.

Contra la maldición

Ayer se cumplieron 30 años de la única Copa de Europa alzada por un club francés. El 26 de mayo de 1993, el Marsella de Raymond Goethals se deshizo del Milan de Fabio Capello con un gol de Basile Boli al filo del descanso. Un cabezazo icónico que servía para romper la maldición de Francia en el torneo.

El país de origen de la Copa de Europa había visto cómo habían mordido el polvo el Stade de Reims, en dos ocasiones (1956 y 1959), el gran Saint-Étienne de los 70 (1976) y el propio OM, en los penaltis de la final de 1991, ante el Estrella Roja. El club marsellés aprendió de su propia fatalidad y Tapie comprendió cómo debía moverse entre tiburones.

En 1990, el club vivió su primera semifinal de Copa de Europa. Querían probarse ante el Milan de Arrigo Sacchi en Viena, pero encallaron frente al Benfica en semis. Tras el 2-1 de la ida en el Vélodrome, la culpa de la eliminación la tuvo el gol que el angoleño Vata anotó con la mano en Lisboa (1-0). Tapie reaccionó con vehemencia: “A mí no me la van a jugar más tiempo. Les prometo que ya he entendido cómo se maneja todo lo que rodea a una Copa de Europa. No volverá a pasar nunca más”.

Tras verse sorprendido por el Sparta de Praga en la edición de 1991-92, el Marsella se plantó en la remodelada Liga de Campeones 1992-93 con ansias de confirmar en el continente su dominio doméstico (cuatro ligas consecutivas). Deschamps capitaneaba desde el centro del campo; en ataque, Rudi Völler y Alen Boksic tenían que hacer olvidar a Papin, Chris Waddle y Dejan Stojkovic.

En la contención, otro recién llegado, Marcel Desailly, estaba listo para dejar huella. En la meta, causaba sensación un joven de estilo particular llamado Fabien Barthez. Pese a que la temporada no comenzó bien en liga, en Europa, tras un par de rondas previas superadas con solvencia, el nuevo formato de competición presentaba una fase de grupos con la final como premio. Al campeón de la Ligue 1 le esperaban el Rangers, el Brujas y el CSKA de Moscú.

Claroscuros camino a la final

Tres victorias, tres empates, ninguna derrota y un punto más que el Rangers le valieron al OM el pase a la finalísima del Olímpico de Múnich. Sin embargo, más allá de los números, salieron a la superficie sospechas y acusaciones que pusieron en tela de juicio el mayor éxito de la historia del fútbol francés.

Dos días antes de jugar contra el Brujas, en la última jornada de esa liguilla decisiva, el OM transfirió 311.000 dólares a través de una cuenta suiza a un banco de Bruselas, al que un intermediario local acudió para retirar el dinero. En el CSKA también tuvieron razones para malpensar: el técnico del club ruso, Gennady Kostiliev, declaró que sus futbolistas, además de haber bebido té adulterado, habían recibido una llamada antes de jugar en Marsella con el ofrecimiento de una cuantiosa suma a cambio de no ganar el partido. Perdieron 6-0.

El propio Jean-Jacques Eydelie, lateral derecho titular en aquella final ante el Milan, reveló en 2006 que había visto cómo dirigentes del OM inyectaban una sustancia en las bebidas de los jugadores moscovitas. También hubo quejas por parte del Rangers. En una entrevista concedida a la televisión británica ITV, el exdelantero Mark Hateley recordó que había recibido llamadas sospechosas antes de jugar contra el Marsella en Ibrox.

“Era un francófono que me ofrecía mucho dinero a cambio de que no jugara”, explicó. Lo rechazó, saltó al campo y marcó, pero vería una polémica roja contra el Brujas que le impediría vestirse de corto en suelo marsellés. “Cuando me enseñaron la tarjeta me vino a la cabeza aquella llamada. Me sentí engañado. Era una oportunidad única para el Rangers”.

El 21 de mayo, a cinco días de la final ante el Milan, L’Équipe se hizo eco de las acusaciones de dirigentes del Valenciennes: miembros del OM habían ofrecido dinero a sus jugadores a cambio de que bajaran la intensidad. Cuando pasó el paréntesis del triunfo sobre el Milan, el caso creció hasta aplastar a los marselleses.

Se vieron salpicados nombres relevantes como el del futbolista Jean-Jacques Eydelie, que había actuado como intermediario. Y Bernard Tapie fue condenado a dos años de cárcel y tres de inhabilitación. Estuvo ocho meses entre rejas. El Marsella fue despojado del título liguero, descendido a segunda y expulsado de Europa. No podría defender una ‘Orejona’ que, eso sí, nadie le quitó de las manos.

À jamais les premiers!

Pese a aquel desenlace emborronado, en Marsella presumen de la condición de únicos campeones de Europa del país. ‘À jamais les premiers (por siempre los primeros)’ se revaloriza mientras el gran rival, el PSG, choca una y otra vez contra el muro de la Champions League.

‘À jamais les premiers’ es la respuesta marsellesa al centralismo parisino. Un símbolo de autoafirmación que atrapa incluso a los que han llegado al club en una época y desde un entorno muy distintos. Es el caso de Pablo Longoria, el español que se convirtió en 2021 en el presidente más joven de la historia de la institución.

El ovetense, de 37 años, está logrando cambiarle la cara a la entidad tras años de crisis, siempre gestionándolo desde esa pasión fundacional, reafirmada aquella noche de 1993. Así lo resumía en la revista Panenka: “El respeto a la historia siempre tiene que estar presente. Ese título es un motivo de orgullo para los aficionados, enseguida lo ves cuando hablas con ellos. Marcó a una generación”.