Lluís Cortes: "Podemos perder una generación entera de jugadoras"

El seleccionador absoluto femenino de Ucrania recuerda su huida del país y cuenta cómo ha cambiado su trabajo un año después del inicio de la guerra

El extécnico azulgrana se ha tenido que adaptar a las circunstancias de la guerra, pero sigue pensando en fútbol

Lluís Cortes, seleccionador femenino absoluto de Ucrania

Lluís Cortes, seleccionador femenino absoluto de Ucrania / SPORT.es

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

Lluís Cortés (Balaguer, 1986) sigue siendo seleccionador nacional absoluto femenino de Ucrania. Ha pasado un año de la primera bomba lanzada por el ejército ruso, pero el técnico catalán no olvida ni uno de los minutos que pasaron entre la llamada al hotel de Kiev de su amigo y preparador físico, Jordi Escura, hasta que el avión aterrizó en el aeropuerto de El Prat cuatro días después.

Su trabajo ha cambiado. Ya no hay prácticamente concentraciones ni partidos. Se ha tenido que adaptar a las circunstancias de la guerra, pero sigue pensando en fútbol. Nos lo explica en una entrevista para Sport Dossier.

¿Dónde estaba el 24 de febrero del año pasado?

Estaba en el hotel Presidente, que está en el centro de Kiev. Llegamos con la selección el 23 desde Turquía, porque veníamos de jugar la Turkish Cup, y ese día debía coger un avión para volver a Barcelona. La noche del 23 fuimos a cenar a un restaurante japonés del centro de Kiev y era un día normal, con gente por la calle.

¿Durante el torneo en Turquía tuvieron información sobre el inicio de los ataques?

Empezaba a haber tensión, pero tanto las jugadoras como los miembros del staff no creían que fuera posible un ataque de Rusia a tan gran escala. Llevaban años en guerra en las zonas de Lugansk y del Dombás y pensábamos que aquello era una medida de presión para negociar. Nos dijeron que no sufriéramos, que no debía pasar nada, y menos en la capital.

¿Y qué pasó entonces?

Sobre las seis de la mañana recibí una llamada al teléfono de la habitación. Era Jordi, mi preparador físico. Y me dijo que la guerra había empezado. Literalmente, me dijo: ‘Nano, ja la tenim aquí’. Abrí la ventana y estaban sonando las sirenas antiaéreas. Jordi se había despertado con el sonido de las bombas que estaban cayendo en zonas próximas a Kiev.

¿Cómo actuaron en ese momento?

Nos colapsamos un poco, pero quedamos en cinco minutos en el hall del hotel para decidir. Llamamos a la federación sobre las seis y media de la mañana y nos propusieron llevarnos una furgoneta y alejarnos hasta Lviv, al oeste del país, para intentar salir de Ucrania. El aeropuerto ya estaba bombardeado y el espacio aéreo, cerrado. A su vez, llamamos a la embajada española, quienes nos dijeron que nos quedásemos en el hotel hasta nuevo aviso. Pero decidimos irnos. Suerte que no nos fuimos a primera hora de la mañana al aeropuerto para volver a Barcelona, porque nos hubieran bombardeado.

¿Cuánto se tarda en llegar a Lviv?

Unas cuatro horas y media.

¿Y cuánto tardaron?

Cerca de 22. Llegamos a las nueve de la mañana del día 25. Salir de Kiev fue una odisea. En cuatro horas hicimos los primeros diez kilómetros. Pero cuando llevábamos 20, el chófer de la furgoneta paró, llegó un sustituto en bicicleta y el primero regresó a Kiev andando porque quería marcharse con su familia.

¿Llegaron a Lviv?

Sí. Nos dejaron en un hotel. Pero volvieron a sonar las alarmas y tuvimos que refugiarnos en el búnker, que era la piscina climatizada. Era muy surrealista estar en la piscina y ver a todo el mundo en anorak. A media tarde, la federación nos llamó y nos dijo que a las diez de la noche estuviésemos preparados, que no nos podían decir cómo nos marcharíamos, pero que nos iríamos. Nos llevaron a un hotel donde había mujeres y niños vinculados a la federación y salimos en expedición, todos juntos, hasta la estación de tren. Subimos de los primeros, tuvimos mucha suerte. Fue un caos, la gente discutía, había empujones y gritos. Fue una escena muy dura. Si en un vagón caben 80 o 100 personas, éramos 300. Además, las mujeres, niños y niñas se despedían de sus padres, hermanos y maridos, que se debían quedar en el país. Muy triste.

Lluís Cortes vivió una odisea para intentar escapar de Ucrania cuando estalló la guerra

Lluís Cortes vivió una odisea para intentar escapar de Ucrania cuando estalló la guerra / SPORT.es

¿Con ese tren cruzaron la frontera con Polonia?

Sí. El tren iba de Lviv a Przemysl, la ciudad de Polonia más próxima. Ese trayecto tiene una duración de una hora y media y lo hicimos en 23 horas, contando el control de pasaportes de la policía ucraniana antes de salir del país y el control de la policía polaca nada más llegar. Además, a plena noche el tren paraba en zonas despobladas sin que los pasajeros supiéramos qué estaba pasando fuera.

¿Tuvieron miedo? ¿Pensaron que podían morir?

Sinceramente, sí. Con la furgoneta, el chófer se desvió de la autopista hacia un camino en medio de la montaña que tenía un estado lamentable. No sabíamos dónde íbamos y nos preguntamos por qué se había desviado si íbamos bien por la autopista. Nos dijo que era un atajo, pero por el GPS vimos que realmente no avanzábamos, que dábamos una vuelta en círculo. Luego vimos que hubo un bombardeo en la zona de la autopista por donde debíamos pasar. Fue inteligente. El otro momento crítico fue en el tren, sobre las dos de la madrugada. Estábamos parados en medio de la nada, se veía fuego en la montaña y algunas luces de linterna que iba pasando por fuera. Pensamos que podrían ser rusos que habían saboteado el tren y que estaban matando a gente.

¿Cómo ha gestionado la relación con la selección y con sus jugadoras en este año?

Desde el primer día en Barcelona nuestra idea fue ayudar. Hablando con la federación, organizamos una colecta de comida, medicamentos y ropa de abrigo. Conseguimos llenar dos tráileres enteros de Serveto, que es patrocinador del Barça, y los llevamos a Uhjorod, donde se había montado un centro logístico de ayuda humanitaria. Luego nos centramos en ayudar a las jugadoras. Algunas se querían ir, otras se querían quedar. Paralelamente, hablé con UEFA y FIFA para que abriesen una ventana de fichajes para que las jugadoras pudiesen marcharse y seguir jugando. Nos pusimos a hacer de agentes más que de entrenadores, contactando con equipos de toda Europa para ofrecerlas. Acabamos moviendo a unas 55 jugadoras.

¿Cuántos partidos han jugado desde entonces con la selección?

Cuatro. En abril debíamos jugar en Ucrania, pero no nos convocaron y pasaron los partidos a junio y en Polonia. Algunas jugadoras hacía meses que no entrenaban... Fue difícil, pero muy emotivo. En verano, la mitad de las jugadoras que habían salido decidieron volver a Ucrania porque ya se rumoreaba que la liga volvería a jugarse. En agosto y septiembre jugamos dos partidos más contra Islas Feroe y España, en Madrid.

“Nos pusimos a hacer de agentes más que de entrenadores. Movimos a unas 55 jugadoras”

¿Qué significó para las jugadoras volver a disputar un partido con su selección?

A nivel emocional fue muy duro. Para ellas, volver a juntarse en la primera concentración de junio, en Polonia, lo fue todo. Algunas chicas habían perdido su casa. Y otras me decían que sus padres hacía tres semanas que estaban en la guerra y que no sabían nada de ellos. ¿Cómo les pides que en un córner no se les escape la marca y que estén concentradas? Es demasiado duro. Recuerdo que antes de salir al campo pusieron una canción típica ucraniana, Oi u luzi chervona kalyna, y alguna jugadora se puso a llorar.

¿Cómo está Ucrania ahora?

A nivel de fútbol, la liga volvió a empezar. Ahora estamos en el parón de invierno y en dos semanas vuelve a empezar. Se ha intentado normalizar la situación para también aprovechar el poder del fútbol como elemento de distracción y para demostrar al mundo y a los rusos que están recuperando la normalidad. Tiene un punto psicológico. A nosotros nos han seguido pagando y cumpliendo, aunque no podamos hacer tanto trabajo como antes. Eso sí, todo el proyecto de desarrollo de fútbol femenino en el país está parado y el problema es la incertidumbre de no saber cuándo terminará la guerra. Se hace difícil trabajar sin previsión.

¿Qué ha pasado con el talento joven?

A nivel masculino, el talento se ha ido. Tanto jugadores contrastados como jóvenes. A nivel femenino, no han salido tantas futbolistas, pero me preocupa que por la guerra podamos perder una generación entera de jugadoras. Todas las internacionales absolutas están jugando, ya sea en Ucrania o fuera. Pero muchas de las chicas de 14, 15 y 16 años han abandonado el país y no sabemos si están en activo. Ucrania sufrirá a nivel futbolístico: en pocos años no tendremos equipos.