Santi Cazorla recupera su magia a los 39 años en el Oviedo

A punto de cumplir 39 años (nació el 13 de diciembre de 1984) el veterano centrocampista vive una segunda juventud

Carrión, técnico ovetense, confía ciegamente en la calidad del ex internacional español

Cazorla se ha convertido en la nueva ilusión del oviedismo

Cazorla se ha convertido en la nueva ilusión del oviedismo / LA NUEVA ESPAÑA

Xuan Fernández

Para explicar cómo respira el tema Cazorla, de moda en el oviedismo, hay que retroceder unas dos semanas, cuando Carrión se hizo cargo del Oviedo. Entonces, con apenas dos entrenamientos con el grupo, el técnico citó por primera vez al ídolo azul. Aquello se veía venir, porque Carrión, en un mensaje calculado, abrazó al "8" carbayón en su primera intervención con el traje de entrenador. "Uno de los motivos por los que decidí ir al Oviedo es por entrenar a Santi Cazorla", llegó a decir. Su antecesor, Cervera, apenas tuvo guiños públicos hacia el canterano. Tampoco de puertas hacia adentro.

Pero aquella primera citación de Carrión tenía su miga. Nadie daba un duro en el club por que Cazorla debutase tan pronto. Es más, internamente, había cierta preocupación a que la afición esperase una gran aportación de Cazorla, físicamente lejos de su nivel, y se llevase luego un chasco. Se contaba, pues, con únicamente verlo en el banquillo para subir la moral. Pero Carrión rompió la baraja y para sorpresa de todos puso a Cazorla a jugar. Minutos testimoniales ante el Valladolid, una marcha más contra el Eldense… y una media hora para soñar ante el Huesca. Un subidón con el mago azul.

La aportación de Cazorla y la llegada de Carrión, eso se respira al menos en el club, ha reactivado la ilusión del oviedismo. La entidad –también en México, donde se toman las decisiones– muestra satisfacción por el encaje que pueda tener el "8" con el nuevo entrenador. "Para partidos así lo hemos fichado", explican entre bambalinas en el club sobre una incorporación gestada principalmente por Martín Peláez, que fue quien llevó la operación para verlo de vuelta en Oviedo.

Cazorla, reciclado por su edad, asumió ante el Huesca la función de pasador. Quizá no tenga la explosividad de antaño, pero la precisión está intacta. Una radiografía de su aportación ante los del Cuco arroja luz sobre lo que puede venir. De 18 pases, solo falló dos (90% de acierto), repartiendo juego allí y aquí, en corto y en largo. Hay un dato llamativo: para los envíos cercanos –un total de 11– utilizó la pierna derecha en nueve ocasiones. Para los pases en largo (5), un lujo, la zurda fue su aliada: cuatro en total. Tuvo además otra pérdida de balón, y como nota llamativa, solo uno de todos sus pases fueron hacia atrás.

Todo para darle la claridad necesaria a su equipo ante un equipo embotellado como el Huesca de Ziganda. Como es previsible que ese escenario se repita, teniendo en cuenta la propuesta ofensiva de Carrión, el Oviedo tiene ahí una mina para buscar espacios. Su participación en el gol, tras una combinación que empezó en Luismi y Bastón, ejemplifica lo que puede darle al equipo azul.

La mejor noticia, además, es que físicamente Cazorla progresa adecuadamente. Ayer se entrenó con los suplentes en El Requexón, pensando ya en el duelo de mañana ante el Leganés en Butarque. Ni rastro hasta ahora de alguna molestia o sobrecarga. Cazorla sigue quemando etapas y, demostrado ante el Huesca que puede ser el revulsivo necesario desde el banquillo, falta por saber si la gasolina a corto plazo le da para aportar desde el principio. Carrión, se ha visto, no tendrá duda alguna si lo ve claro. Ya lo ha hecho. De momento, entre pase y pase, Cazorla saca una sonrisa a una afición necesitada de alegrías.