Ken Follet: "Sigo sin tener ni idea de quién es Gareth Bale"

El autor de 'Los pilares de la Tierra' reflexiona para SPORT sobre su relación con el fútbol

"El deporte es una forma de guerra en la que nadie muere", asegura el galés

Ken Follet presenta su novela 'Nunca'

Ken Follet presenta su novela 'Nunca' / PETER RITSON

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Tiene fama de puntual pero se retrasa unos minutos. "Normalmente lo soy", se disculpa. Detrás de él, una chimenea. “Tengo que mantenerme caliente, esto no es España”, me dice.

El que habla es Ken Follet (Cardiff, 72 años) desde la comodidad de su casa. El autor de Los pilares de la tierra, regresa al thriller con la novela Nunca (Plaza & Janés).

Consolidado como uno de los grandes superventas del mundo, hablamos con él -vía Zoom- sobre su relación con el fútbol y los deportes en general.

¿Sigue sin saber quién es su compatriota Gareth Bale? 

¿Gary Bale? 

Aquí le llamamos Gareth...

Creo que la forma corta de su nombre es Gary, pero sigo sin saberlo. Seguro que es muy importante en el mundo del fútbol pero no tengo ni idea de quién es o lo que ha logrado. 

Doy por hecho que no es un gran aficionado al fútbol, ¿le sorprende que sea importante para tanta gente? 

Por supuesto que sé que a la gente le gusta el fútbol y, cuando mi hijastro está en casa, vemos juntos algunos partidos del Chelsea porque es un gran seguidor, pero no soy futbolero. Lo bueno del deporte es que puede ser tan emocionante como una novela. Hay suspense y hay trama pero tampoco es real, es un juego. A mí nunca se me dio bien. Nadie en mi familia practica ningún deporte y siempre fui un inútil con eso, pero se me daba muy bien escribir. 

¿Le parece que lo que ocurre en un estadio es una buena representación de la vida?

Desde luego. Porque hay normas y también hay gente que las rompe, y cuando las infringen, hay seguidores que se enfadan muchísimo. Es una forma buena de experimentar la hostilidad, porque nadie mata a nadie. La misma hostilidad podría dar lugar a guerras y sería mucho peor. Digamos que el deporte es una forma de guerra en la que nadie muere. 

En sus novelas está muy presente la naturaleza humana, ¿cree que tiende a la bondad o a lo mezquino?

La naturaleza humana es capaz de lo bueno y de lo malo evidentemente. Y la parte malvada lleva a la muerte, pero la buena permite ayudar a los demás. La vida de todo el mundo es una lucha entre esas dos fuerzas y lo que hay que hacer es fomentar lo bueno que hay en nosotros, aunque no siempre lo logramos [sonríe].

¿Usted lo consigue?

Bueno, digamos que no tengo suficiente tamaño para matar a nadie ni soy lo suficientemente malo para querer hacer daño. A mí me gusta la paz, me gusta lo bueno. Sería muy estúpido por mi parte meterme en peleas porque siempre me derrotarían, así que lo único que me queda es ser amable [sonríe].

El ser humano invierte mucho en evadirse. Hay toda una industria del entretenimiento, ¿cree que los deportes juegan ese papel? 

Sí, los seres humanos hacemos eso todo el tiempo. Lo hacemos con un partido, una película o una novela. A veces damos rienda suelta a nuestra imaginación y no necesitamos nada más. Yo de pequeño lo hacía muchísimo. Siempre me imaginaba siendo un pirata, un cowboy o un piloto de una nave espacial. Ni siquiera necesitaba un libro. Tenía esas aventuras en mi mente y es algo maravilloso que nos permite liberar tensiones.

Antes me hablaba de lo mal que se le daba el deporte de pequeño, ¿fue algo traumático?

No. A mí no se me daban bien ni el críquet ni el fútbol, pero me consolaba porque sacaba mejores notas que ellos. Pero hay un deporte que no se me da mal y es el ping-pong.

No me diga…

Sí. Es un deporte que no requiere fuerza ni mucha energía. En un momento dado pertenecí en Londres a un club de ping-pong bastante bueno. Nunca gané un torneo pero no se me daba mal.

Hay gente que no consume mucho deporte, pero cuando llegan los Juegos se vuelven fanáticos unas semanas, ¿le ocurre algo así?

No. Nunca he visto unos Juegos ni he estado pendiente. Cuando empiezan, me pongo a ver mis DVD de las obras de Shakespeare [sonríe]. 

Además de ser novelista también tiene una banda ¿Se parecen en algo tocar y escribir?

Escribir es algo muy cerebral. En un relato siempre hay gente que se cuenta mentiras y explicar ese tipo de cosas es agotador. En cambio, tocar un instrumento tiene algo mucho más automático. No puedes estar pensando en la música y tocando el instrumento. 

Ahora se ha puesto muy moda la autoficción, ¿le gusta hablar de sí mismo?

No tengo ninguna intención de escribir una autobiografía y no me atrae en absoluto escribir nada que sea autoficción. Sobre todo porque mi vida no es tan interesante. Siento muchísimo decir eso a un periodista que me entrevista [sonríe]. Mis libros son muy emocionantes pero mi vida no tiene mayor interés. Me paso el día sentido en esa habitación escribiendo, así que lo que se puede decir de mí es: ‘mira, aquí está Ken Follet escribiendo un libro y luego escribirá otro’. Así que no, realmente mi vida no es material suficientemente interesante para escribir una novela. .

De los escritores se dice que viven en el mundo de las ideas, que no son tipos de acción; ¿se ve así? 

No soy una persona muy ensimismada. No me estudio a mí mismo, no me analizo desde un punto de vista psicológico. Siempre he pensado que, si a uno le interesa la política y tiene opiniones potentes, tiene que entrar en un partido político o llevar algún tipo de acción. Nunca he querido ser esa persona que grita a los políticos desde el sofá de su casa. 

Con el paso del tiempo, ¿ha cambiado su idea sobre la muerte?

Tengo un punto de vista sobre la muerte que no es muy dramático. Cuando me entierren, lo que quiero que pongan en mi tumba es: ‘final, The end, fin’. Porque de eso se trata. Este es el final de la historia. Se acabó. Wittgenstein dijo que la muerte no era un evento en la vida y, si no es un acontecimiento, no tiene sentido tenerle miedo. Yo no pienso en la muerte mucho, pero me parece que tú sí porque es la segunda vez que la mencionas en esta entrevista, sin embargo, para mí no es un gran tema. [Sonríe]. 

¿No le han dicho nunca que tiene una cabeza muy de ciencias, a pesar de trabajar con las letras?

No [sonríe]. Nunca me han dicho que tengo una mente científica, aunque si que tengo una mentalidad científica y estudié ciencias en el colegio. Quería conocer estas materias. Es un poco absurdo creer en cosas que no están basados en datos científicos. Si no fuera por la ciencia no podríamos estar teniendo esta conversación estando usted en Barcelona y yo aquí.

Le he leído que una cosa que le gusta mucho de Barcelona es Gaudí; ¿sabe que muchos arquitectos lo encuentran hortera?

[Risas]. Bueno, no es hortera, es juguetón digamos. Me gusta la idea de que haya edificios que no tengan líneas rectas. Me parece fascinante, ¡qué gran imaginación! Cualquier persona que diga que es hortera se equivoca. Entrar dentro de un edificio de Gaudí es como entrar en un cuento de hadas. 

¿Qué más le llama la atención de Barcelona?

He estado en Barcelona de paseo y me encanta caminar por el centro. ¡Las Ramblas! He estado en Sant Jordi. Es superagradable. Recuerdo también caminar por un mercado enorme de comida con un despliegue de pescados, carnes, verduras, ¡es impresionante! Me encanta ese mercado.