Top model

Una balsa. La calma absoluta. Un remanso de paz. Tras la décima, todo era paraíso. Balones de oro. Premios y loas. Portadas sin fin y cuerpo serrano al viento. Inclusive en las revistas femeninas de alta gama. Novias modelo que protagonizan películas basadas en mitos griegos. Pieles que brillan tanto o más que los títulos. Mundiales al margen, todo es tan de color de rosa como la segunda equipación de su equipo. ¿Todo? Muy felices se las prometía Florentino Pérez con su nueva revmodelación de vestuario cuando el más guapo, el más rico y el más de lo más ha decidido tocarle lo que no suena y obligarle a salir ayer a la palestra para poner orden en el book. A CR7 no le gusta la política de fichajes del Real Madrid. Así, sin filtro. Lo soltó en un acto publicitario, marcando músculo, estilo y, al parecer, con la mano de Mendes detrás atusándole el tupé. Que se vayan unos y llegue otro que no lleva el sello de su representante y es un suplente de lujo, no parece del agrado de un Cristiano que quiere a los que él considera los mejores de la pasarela y que le ayudan a brillar más. Lógico por una parte e inoportuno por cualquiera, se mire como se mire. No contento con el impacto, Ronaldo atiza las brasas 24 horas más tarde y declara su amor sincero e incondicional no por su Irina, la Megara de “Hércules”, sino por el Manchester United. Cuando la semana se cierra con los besos al escudo que no se dan, el portugués achucha con pasión a su ManU y dice que “está en mi corazón y deseo volver algún día con él”. El próximo paso de la estrella me lo veo venir: se le reproducirá aquella tristeza de antaño y buscará una zona mixta donde desfilar con sus penas. Al tiempo.