Ter Stegen le ganó al Oporto

Ter Stegen, ante el Oporto

Ter Stegen, ante el Oporto / VALENTI ENRICH

Juan Cruz

Juan Cruz

Hay partidos con un nombre propio sin el cual serían sido parte de un desastre. El nombre propio de este partido es el de Ter Stegen. Su serenidad es de leyenda, su seguridad es un seguro de vida, y su capacidad de mando es como la espada del Capitán Trueno. Él le ganó al Oporto, en un partido que mermó gravemente lo mejor del equipo azulgrana.

Oporto es quizá el pueblo más simpático de Portugal, donde las personas viven como si estuvieran en barrios correlativos, donde todos se llevan bien y animan a ir a los extranjeros. Soy testigo, lo he disfrutado. Pero ayer sus futbolistas jugaron a ganar, y eso incluía todas las artimañas propias de un partido difícil, casi imposible para el Barça.

La entrada a Lewandowski fue parte del drama, no fue todo el drama. Pero hacer caer de esa forma a un futbolista de esta edad, y de estos modos, era poner el partido patas arriba, abierto a cualquier desmán de los dos equipos, que desde entonces se pusieron a cara de perro a impedir que el otro hiciera juego.

Jugó el Barça hasta que empezó la segunda parte, animado por el gol de Ferrán (Rran, Rran, Rran, como dice Flaquer en la Ser); pero en seguida que se cambiaron de sitio en el campo, sólo Ter Stegen fue reconocible en los trabajos de lucha por impedir que se le nublara el resultado al equipo azulgrana.

El penalti que no hubo, los despejes del portero, la expulsión de Gavi y otros accidentes de este viaje arriesgado a Oporto, pusieron a prueba a Xavi, que ahora tiene dos equipos: el de los jóvenes y el de Lewandowski, y cuando este fallo los jóvenes se quedan al libre albedrío en el que, al fin, como anoche, pone el orden Ter Stegen. Ramallets de esta época.