Opinión

Sonrisas y lágrimas

El Barça celebró con el símbolo del 'dos' la Champions de Eindhoven

El Barça celebró con el símbolo del 'dos' la Champions de Eindhoven / EFE

Adiós 2023. No has sido un año para presumir pero también podía haber sido peor. Un año con Liga ganada es siempre un año bueno, pero el balance global deja muchos claroscuros en la marcha deportiva del Barcelona.

La mancha europea que se agrandó por segundo año sin lograr pasar el corte de la fase de grupos y que además vino acompañada de una doble eliminación al caer con el Manchester United en la Europa League empañan mucho el balance.

Europa ha renegado del Barcelona en los últimos años aunque, afortunadamente, está temporada al menos ya se saca la cabeza en los cruces finales. Ojalá que no sea un espejismo o un solo paso al frente. El prestigio blaugrana está en entredicho en la Champions League y es fundamental revertir esa tendencia. El último trofeo ganado en Berlín queda ya muy lejos.

Eso sí, las chicas, el equipo femenino siguen dando muchas alegrías. Otra brillante Champions League y una Liga inmaculada, arrollando a los rivales e ilusionado a la afición, llenado el Camp Nou y ayudando a consolidar el fútbol femenino en Europa cómo grandes estandartes.

De la brillante Liga pasada hemos entrado en una Liga gris y peligrosamente complicada de ganar. No pinta bien la cosa a 7 puntos de los líderes, aunque la situación es reversible.

Estalló el caso Negreira, que persigue y perseguirá al Barcelona por tiempo inmemorial me temo. Un caso que aún está pendiente de cerrar judicialmente y que puede pasar factura al club y a la institución. Los juzgados y la UEFA amenazan y será difícil salir indemnes del todo.

El club se fue al exilio de Montjuic, no quedaba otra, y aunque el motivo es alegre, por la remodelación del estadio, no deja de ser incómodo, complicado y algo frío ese destierro en Montjuic.

Económicamente no hace falta decir mucho más. Vendiendo patrimonio y más patrimonio como un noble venido a menos tratando de sobrevivir. El maldito FairPlay estrangula y ahoga el crecimiento de la plantilla y su potencial. A corto plazo no parece que cambie la situación. Ahora hay que aceptar que los refuerzos lleguen en calidad de cedidos y con fórmulas imaginativas o con la carta de libertad para poder reforzar a la plantilla o ilusionarse con Vitor Roque, un joven de 18 años al que se le está cargando de mucha responsabilidad nada más aterrizar. 

El que viene es bisiesto y en él cumplirá 125 años el Barcelona. Aniversario importante en la encrucijada en la que se encuentra el club. Con el deseo de seguir perteneciendo a sus socios y sólo a sus socios. Y se espera estrenar el Nuevo Estadio. Así que, optimismo y a pensar que todo es susceptible de mejorar. Bienvenido 2024.