Opinión

Setién, en el diván

Quique ha demostrado personalidad al adaptarse a los volantazos del club y del equipo

Quique ha demostrado personalidad al adaptarse a los volantazos del club y del equipo / Javi Ferrándiz

Se cumple un mes desde que Setién llegó al Barça. De sus intenciones confesadas con aquella ilusión del primer día a la realidad de hoy, el técnico ha ido cambiando de esquema, de jugadores y de alineaciones, en gran parte por las bajas y las carencias de la plantilla. Setién empezó en estado puro en su debut ante el Granada. Tridente, tres defensas, veinte minutos para Riqui Puig... Mil pases, alegría, alegría, pero un solo gol.

Segundo partido, Copa en Ibiza, lo mismo pero con suplentes y susto morrocotonudo. Tercer partido: batacazo en Valencia. Esta vez, la alegría táctica deriva en tristeza en el juego y el marcador. Siguiente cita: Leganés en la Copa. Regreso al 4-3-3 con Griezmann de “9”. Primera y única goleada: 5-0. Próximo encuentro: Levante, en casa. ¿Funciona el 4-3-3? pues 4-3-3 con el tridente de lujo y dos goles de Ansu Fati, pero al final, mejor resultado que espectáculo.

Más Copa: contra el Athletic, el técnico se muestra más conservador: Griezmann al banquillo y Sergi Roberto de extremo circunstancial. Buen juego, pero cero goles y KO final. Penúltimo acto, el Betis. Más 4-4-2 o 4-4-2 y medio, como en San Mamés, pero sin Ansu Fati y con Griezmann. Mal comienzo y buen final. Dos remontadas y 2-3 para soñar. Por último, contra el Getafe vuelta al 4-3-3. Media hora a merced del contrario y quince minutos de buen juego para llegar 2-0 al descanso, pero la segunda parte fue errática y tocó sufrir. De nuevo mejor resultado que juego, que se estrella en una intermitencia a veces insoportable. 

Ya lo ven, todo un carrusel de cambios y pruebas en la búsqueda del ADN perdido, que para eso le trajeron. Y como esto requiere un trabajo a largo plazo, la adaptación ha empezado por uno mismo. El primero en ajustarse a lo que necesita el Barça ha sido el entrenador, que ha aceptado sacrificar el sistema, pero no el estilo.

Podemos concluir que se acabaron los riesgos defensivos y, también, el protagonismo de la cantera. Riqui Puig ha desaparecido y contra el Betis, por ejemplo, solo Sergi RobertoBusquets Messi eran de la casa. Con todo, nada que reprocharle. En las condiciones que ha llegado y habiendo perdido el liderato en la Liga, está claro que Quique ha de compaginar juego, estilo y resultados. La cuadratura del círculo. 

Con todo, donde mayor personalidad ha demostrado Setién es en la gestión de las adversidades. Quique ha tenido que afrontar un auténtico tobogán de emociones. En un mes ha cambiado tres veces de sistema, se llevó un susto de muerte en Ibiza, ha perdido el liderato, le han eliminado de la Copa, no le ficharon un 9 cuando tocaba, se ha quedado sin Dembélé, le han dejado con solo diecisiete jugadores, le falta un delantero en pleno mes febrero, también va justito de centrales, el secretario técnico le ha montado una crisis de caballo, en Francia le enfrentan a Griezmann con MessiAlba se lesiona justo antes de la Champions y el Clásico y la afición le pita la salida del balón contra el Getafe... Una locura.

Y en medio de esta vorágine, el tío aguanta el tipo con una mezcla de sentido común y dignidad ideológica dignas de elogio. Tiene mucho mérito gestionar esta montaña rusa sin volverse loco. Setién demuestra una personalidad inquebrantable revolviéndose en el divan del psiquiatra. Ni Freud tendría explicación para lo que está ocurriendo, así que Setién ha decidido autoanalizarse él mismo en el sofá de su casa y ha optado por ser él hasta el final. Decisión inteligente, porque inteligente es adaptarse a los volantazos del club, del equipo y del destino manteniendo de forma razonable sus señas de identidad.