LA ÚLTIMA
El sentimiento de la calle
El auténtico sentimiento barcelonista no está en el banquillo. Ni en el vestuario. Ni mucho menos en el palco. El amor a los colores blaugrana, por encima de personalismos e ideologías, está en la calle.
En los 160.000 socios pero, sobre todo, en los millones de culés repartidos por todo el mundo. Los aficionados de toda Catalunya, de España, de Europa y de los países más lejanos y/o exóticos son los que mantienen vivo el espíritu del 'més que un club'. Un espíritu que une pueblos y mueve montañas.
Un espíritu que genera ilusiones y desborda emociones. Como las que se viven en las peñas. Unas peñas militantes y agradecidas a pesar de que el Barça, o mejor dicho, sus juntas directivas las hayan menospreciado y ninguneado a lo largo de años y años. Como sucedió el pasado sábado en la localidad de Tivenys, en el Baix Ebre.
No soy quien para enmendar los errores del club y de sus ejecutivos, pero me parece lamentable que ni un solo directivo acudiera al 25 aniversario de la Penya Barcelonista de Tivenys. Sus responsables han trabajado durante meses para organizar unos actos de los que sentirse orgullosos. Unos actos que unieron a una docena de peñas de una comarca en la que ser culé es duro, muy duro. Porque para ir a ver un partido al Camp Nou tienen que hacer 400 kilómetros de carretera (200 de ida y 200 de vuelta). Con frío o calor.
En la victoria o en la derrota. El Barça es su religión y el barcelonismo el corazón que hace latir con fuerza a un pueblo de unos 950 habitantes.
Pues bien. Con la excusa de tener que asistir a una boda (la del directivo Jordi Monés), nadie se acercó a Tivenys. Nadie. Hasta que pasadas las 7 de la tarde apareció un responsable del área social que hizo lo que pudo. Según la normativa de las peñas, cuando se celebra un 25 aniversario tiene que asistir, como mínimo un vicepresidente.
Y en caso de 50 aniversario, el presidente. Ni Jordi Cardoner, ni Josep Maria Bartomeu, ni Carles Vilarrubí... estuvieron en el Baix Ebre. Prefirieron pasárselo bien, muy bien, en la boda de su amigo, en lugar de ejercer su deber institucional al lado de los más de 300 peñistas que se reunieron durante más de 12 horas en el precioso pueblo de Tivenys. Afortunadamente para esta directiva (y para todas las anteriores) los peñistas mantienen la pasión por el Barça a pesar de estos golpes morales.
Que conste que ningún miembro de la Peña Barcelonista de Tivenys se quejó de la ausencia de directivos en un acto tan importante para ellos.
Tanto el presidente como el vicepresidente de la peña mantuvieron la sonrisa en todo momento, para seguir transmitiendo esa ilusión que representaba celebrar el 25 aniversario. Pero la procesión iba por dentro. Y los que tuvimos el placer y el honor de participar en la fiesta, de compartir un día de fantástico barcelonismo, lo notamos. Y nos supo mal. Muy mal. Porque esta gente se lo merece todo. Absolutamente todo.
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