¿El fin de las SAD se escribe en DAO?

Llegan las criptomonedas al fútbol

Llegan las criptomonedas al fútbol / FREEPIK

Marc Menchén

Marc Menchén

Los clubes que asciendan al fútbol profesional ya no tienen la obligación de convertirse en sociedad anónima deportiva (SAD). El 29 de diciembre se puso fin a una norma que tenía su sentido en el fondo, pero que se aplicó penosamente en las formas. La SD Amorebieta corrió a abortar su conversión en empresa para preservar un modelo de propiedad de los socios a finales de año, pero es inevitable hacerse la siguiente pregunta: ¿Cómo pueden los aficionados recuperar voz y voto en la gestión de unos clubes que hoy son propiedad de unos pocos?

En el Puerto de Santa María han tenido una idea, que a algunos les sonará descabellada y a otros, brillante. Una DAO. ¿Lo qué? Una organización descentralizada autónoma. ¿Cómo? Una especie de cooperativa del mundo digital construida a partir de la tecnología blockchain. Sí, la misma con la que han creado criptomonedas como el Bitcoin o NFTs con vídeos de la NBA por los que se pagan miles de euros. Esta vez, en cambio, de lo que se trata es de crear una especie de vehículo de inversión para adquirir cosas que uno en solitario no podría. Lo mismo es uno de los originales de la Constitución de Estados Unidos que, como ahora pasa en LaLiga, hacerse con el Cádiz CF.

Lo llaman MagicoDAO, en honor del mítico jugador del conjunto gaditano, y de momento ha enganchado a más de 300 aficionados. A través de la red social Discord han creado distintos canales de conversación para articular la financiación, la estructura legal y hasta definir una estrategia de marketing con la que convencer a un cadista al que esto le pueda sonar raro. Y no es para menos. Por muy romántica que pueda sonar la idea de un club controlado de nuevo por los fans, los desafíos que plantea la operación son varios.

Actualmente hablamos que la compra de un club de Segunda no baja de 10 millones, por los más de 50 millones de euros que se pagan en Primera División. Eso cuando el propietario quiere vender, y nada apunta a que Manuel Vizcaíno, Quique Pina o Rafael Contreras vayan a querer vender. Pero mi mayor duda es si un grupo de aficionados unidos en un vehículo digital que no sólo los une el fútbol -puede serlo la tecnología- vaya a ser capaz de definir una hoja ruta común.

Si ya cuesta encontrar estabilidad en clubes sociales como Barça o Athletic Club, que cada equis eligen a una junta que pone orden, no quiero imaginar cómo sería un modelo de gestión en permanente asamblearismo si no se define bien un modelo de gobernanza que blinde a los gestores de la propiedad anónima del club. Ficción o realidad, lo veremos en los próximos meses.