Opinión

El riesgo de hacer debutar a la niños

Gavi y Lamine Yamal, debido a las rotaciones, apuntan a suplentes este domingo contra Georgia

Gavi y Lamine Yamal, debido a las rotaciones, apuntan a suplentes este domingo contra Georgia / RFEF

Supongo que es ir a contracorriente, a tenor de la expectación generada, pero haber dado entrada al mundo profesional a un jugador de solo 16 años es una decisión precipitada y demasiado arriesgada. En realidad no había cumplido ni los 16 pues cuando Lamine Yamal se estrenó en el mundo de los grandes sino que contaba solo con a 15 años, 9 meses y 16 días. A esa edad, por muy bueno que sea, todavía no está formado ni físicamente ni mentalmente. Y esto quiere decir que pasó a tener un partido por semana (cuando era juvenil) a dos, entrenar a otro ritmo y, sobre todo, asumir una presión que no le pertoca a un chaval de esta edad.

Una presión que empieza sobre el terreno de juego, donde se le exige que en cada partido sea genial, sea especial, y también fuera de los estadios, cuando es perseguido por los aficionados a la salida de la calle, cuando le salen novias de debajo las piedras, cuando aparece en las portadas de los periódicos, cuando los agentes les sueltan grandilocuentes frases o cuando el dinero le empieza a salir por las orejas tras las pertienentes renovaciones.

Lanime Yamal está viviendo cosas a una edad que nadie las ha experimentado. Jamás. Ni Bojan, que debería estar cerca de él para guiarle en estos primeros pasos al profesionalismo. Al aficionado, al periodista, le gustan estas apariciones porque vienen a completar la novela perfecta, la del chico de padres emigrandes, que ha sufrido en su infancia y que pronto toca el cielo para convertir su vida en la envidia de todos. Pero cualquier proceso madurativo exige unos tempos a cumplir y Lamine se los ha saltado todos por los aires. Además, su caso es especial pues se trata de un delantero, mucho más mirado que un centrocampista como Gavi.

Son dos casos parecidos y, de la misma manera que creo que hacer debutar a un chico de esta edad es una temeridad, también es de recibo admitir que Gavi no ha sufrido de este salto sino que lo está llevando muy bien, sin acabar siendo una losa en su espalda. Otros, como Ansu, supongo que no podrán decir lo mismo pues esa racha de lesiones se debe a errores médicos y a falta de temple o de madurez para decidir cuando es adecuado reaparecer y cuando no. Eso te lo da los años y Ansu no tuvo este margen. Habrá que ver qué camino emprende Lamine.