Reacción con festival de fútbol y goles

De Jong, con Lewandowski

De Jong, con Lewandowski / V. Enrich

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Xavi sabe mejor que nadie cuál es el nivel de exigencia en un club como el Barça. No hay temporadas de transición ni paciencia para construir proyectos. Hay que ganar siempre. Y cada partido es una final. Especialmente en momentos de crisis. La apuesta de Laporta al ‘todo o nada’, palancas mediante, aumenta la presión para conseguir buenos resultados. Y, por supuesto, títulos. Xavi verbalizó públicamente, en la rueda de prensa previa al duelo contra el Villarreal, lo que siempre ha comentado en privado: su puesto en el banquillo está condicionado por los éxitos o los fracasos. Si no hay triunfos, será sustituido por otro entrenador. Así de sencillo. Y así de duro.

Por eso, Xavi es el primero en querer que este nuevo Barça alcance lo más rápido posible la excelencia. Que el trayecto entre el fracaso y el triunfo sea lo más corto y breve posible. Las urgencias se han convertido en emergencias tras la virtual eliminación en la Champions y la decepcionante derrota en el clásico. Y la reacción en la Liga era innegociable. La necesidad de transformar la dinámica negativa obligó al técnico a agitar al equipo con una revolución: cinco titulares en el Bernabéu (Eric, Balde, Busquets, Raphinha y Dembélé) se quedaron en el banquillo y entraron Marcos Alonso, Jordi Alba, Gavi, Ansu y Ferran, con Frenkie De Jong como medio centro. Objetivo: reaccionar.

¡Y vaya si reaccionó el Barça! La apuesta de Xavi resultó tremendamente positiva. El equipo, desde el primer minuto, mostró una intensidad que parecía olvidada, con una gran presión y constantes recuperaciones tras pérdidas. El ataque fue constante y fluido. Y acompañado siempre de seguridad en defensa en las rápidas transiciones del Villarreal. Jordi Alba (mucho mejor que Marcos Alonso como lateral y superior aún en intimidación ofensiva a Balde) fue un puñal por la banda. Ansu y Ferran desequilibraron más que Raphinha y Dembélé. De Jong estuvo imperial en el rol de Busquets. Y Lewandowski... hizo de Lewandowski. Dos golazos en cuatro minutos para sentenciar el partido a la media hora de juego.

Este Barça sí es el Barça competitivo que ilusiona a todos los culés. Apostar por la meritocracia, por los que están en mejor forma, siempre conduce al éxito. La exhibición ante el Villarreal es un bálsamo que, sin duda, calmará los nervios dentro y fuera del club. Hasta la próxima final. El domingo ante el Athletic. Porque, insisto, esto es el Barça. Y hay que ganar siempre...