Preparen un monumento a Messi

Messi, después del partido de Lisboa contra el Bayern de Múnich

Messi, después del partido de Lisboa contra el Bayern de Múnich / EFE

Joan Vehils

Joan Vehils

Quizá tenga razón Bartomeu y esta sea una crisis más deportiva que institucional o social. Quizá. Solo quizá. Porque todo puede empeorar. Solo es cuestión de que el barcelonismo se lo proponga. Tras la humillante actuación del equipo en Lisboa, buena parte del entorno culé pidió la dimisión inmediata del presidente sin pensar dos veces en las consecuencias de una salida fulminante de Bartomeu. Es verdad que en condiciones normales, sin el covid-19 y sin alteraciones en el calendario, Bartomeu hubiera tenido que presentar la dimisión, convocar elecciones y dejar que un nuevo presidente planificara la nueva temporada.

Sin embargo, dimitir ahora era dejar el club en manos de una junta gestora incapacitada para tomar grandes decisiones y eso era llevar al club a un camino sin salida. Por tanto, la mejor opción o al menos la menos mala, es que Bartomeu intente gestionar esa transición. Algunos pensarán que esta solución de urgencia es aún peor que dejar el club en manos de una gestora pero cada uno es libre de pensar y opinar lo que quiera. Dicho esto. En el currículum de Bartomeu quedará un triplete y un montón de títulos pero también una serie de acontecimientos que han dañado la imagen del club y que ha terminado con el humillante 2 a 8 en Champions. Mantener el listón deportivo alto no siempre es fácil y quizá parte de ese deterioro futbolístico es consecuencia de fracasar en sus intentos de contentar a los futbolistas, a los directivos, al entorno y a los periodistas. O sea, que Bartomeu ha sido débil en algunos momentos clave.

Eso sí, a Bartomeu aún le queda alguna opción de no salir por la misma puerta trasera que lo han hecho los últimos presidentes. La primera es celebrar unas elecciones ejemplares, evitar tomar decisiones de calado que comprometan al club, eliminar todos los elementos tóxicos que todavía existen en la entidad y, finalmente, a partir del 15 de marzo, ceder el club al nuevo presidente de una manera modélica. La segunda opción, esa ya depende más ahora de Koeman que del propio Bartomeu, es empezar a gestionar el final de Leo Messi. No nos engañemos, a Leo le queda mucho fútbol pero cuando uno va camino de los 34 debe replantearse su manera de jugar. Un día escribí que antes de hablar de Messi siempre había que darle las gracias por todo lo que nos había dado.

Así que, gracias Messi. Muchas y sinceras gracias. Eso sí, espero y deseo que nos sigas dando muchas más alegrías durante años. Sin embargo, creo que a Leo también hay que continuar exigiéndole. Ahora ha llegado el momento de que ejerza de líder y de capitán y que muestre su compromiso con sus compañeros de vestuario, con su nuevo entrenador y con la entidad. Sí con el club, con el Barça. Entendemos su decepción, propia de uno de los futbolistas más competitivos de la historia pero ahora el club le necesita más que nunca. Necesita que ayude a los jóvenes, que haga entender a sus colegas más íntimos que todo tiene un fin y que dé la cara.

La gente quiere a Messi pero también quiere escucharle. Es libre de criticar a la directiva, a su técnico, a los futbolistas, a todos... que se desfogue pero que se comprometa. Lo hará, no tengo ninguna duda. Mientras, Bartomeu y el próximo presidente deben empezar a pensar cómo será el final de Leo. Deberían ya, de manera consensuada entre los que manda y los posibles futuros mandatarios, encargar un monumento que sea tanto o más grande que el de Kubala Johan Cruyff. Hablen con Jaume Plensa o con el artista que consideren el mejor, pero el final de Leo tiene que ser más ejemplar que el de toda su trayectoria. Nos ha dado tanto que no puede improvisarse nada de los años que le quedan. No quiero que Leo se marche, no quiero ni pensar en un Barça sin Messi pero sí quiero un Leo que viva feliz en Barcelona y que siga disfrutando en el Barça. Entre todos deberíamos ponérselo fácil y verán como no nos defraudará. Gracias Messi