La pérdida de Take Kubo como síntoma

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Ernest Folch

Ernest Folch

Ayer supimos que el Real Madrid ha fichado a Take Kubo, internacional japonés con solo 18 años y una de las grandes promesas del fútbol mundial. La historia de Kubo es significativa: fue fichado por el Barça de muy joven, pero tuvo que abandonar La Masia a raíz de la sanción de la  FIFA, que le dejaba sin jugar y le obligó a regresar al Japón.

A pesar de ello, el Barça nunca le perdió la pista y lo fue monitorizando a lo largo de estos últimos años con la esperanza de hacerse otra vez con sus servicios cuando cumpliera la mayoría de edad. El momento llegó, pero el club se encontró con dos escollos: le ofrecían la astronómica cifra de un millón de euros al año y le prometían ficha del primer equipo.

La secretaría técnica del Barça decidió entonces que las dos condiciones eran abusivas, y lo dejó en manos del mercado: fue cuando apareció el Madrid y se lo llevó. El caso de Kubo ha levantado una gran polvareda fuera y dentro del club, porque no hay nada que desespere más que ver cómo el gran rival se lleva a una perla formada en casa, un error que vuelve a poner el dedo en la llaga de la vieja herida de la degradación de la cantera.

Oportunidad perdida

Por supuesto tienen razón los que argumentan que no hay sitio para todos, y que es imposible igualar todas las ofertas. Y es cierto que Kubo debe demostrar todavía que puede explotar su gran talento como profesional. Ahora bien: es evidente que, más allá de las consideraciones deportivas, el Barça ha perdido una oportunidad de cerrar el círculo de la sanción FIFA (demostrando que algunos de los que se fueron podían volver) y ha desperdiciado una inmejorable ocasión de profundizar su presencia en el mercado asiático y su relación con Rakuten.

Kubo no podía escaparse por muchas razones, no solo deportivas. Esta pérdida debería llevar a una profunda reflexión interna sobre quién, cómo y por qué se toman decisiones que pueden tener más tarde nefastas consecuencias.