El pecado de las rotaciones

Rafinha reapareció frente al Espanyol

Rafinha reapareció frente al Espanyol / EFE

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

El Barça ya no está imbatido. Y precisamente fue a caer en un campo que hace mucho daño. Cayó por varias razones, por el buen trabajo del rival blanquiazul, pero también por decisiones propias que acabaron dibujando un tipo de partido que acabaría beneficiando las posibilidades del equipo espanyolista. Al Espanyol le interesaba un partido trabado, intenso, con faltas, parones y acciones que subiera  la temperatura en la grada y lo tuvo. Pero es que el Barça le dio facilidades. Nunca he entendido eso de las rotaciones masivas y casi por decreto. Cuando salen bien es muy bonito, pero cuando salen mal, pues pasa lo de ayer. Valverde renunció a demasiadas cosas con su alineación. De entrada, a Alba, Rakitic y Suárez, que es mucho renunciar, sobre todo si tenemos en cuenta que Dembélé e Iniesta ya estaban descartados de antemano por lesión. O sea, que las rotaciones condenaron a Messi a quedarse solo contra el Quiquenaccio que el entrenador espanyolista decidió plantear dejando a Baptistao en el banquillo y poblando el centro del campo con hasta cinco jugadores. Messi es mucho Messi, pero su soledad, entendiendo, por soledad la ausencia de sus tres mejores socios en el equipo, Alba, Iniesta y Suárez, no hacía presagiar un partido brillante por parte azulgrana. Y así fue, a falta de fluidez, el conservadurismo del rival se fue afianzando. Solo una ocasión en la primera parte, de Denis Suárez, que si llega a tener el otro Suárez, Luis, tenía muchas posibilidades de acabar en gol. Pero Luis no estaba, le había tocado rotar en el incomprensible decreto de la Copa. 

EL FAVORITO. Insisto con lo de las rotaciones. Ya sé que es lo fácil acudir a ellas cuando el juego decae y, sobre todo, el resultado acaba siendo adverso. Pero permítanme que en esta ocasión tire de las orejas al entrenador barcelonista por cuanto la situación en la Liga le permite ser más flexible en la gestión del descanso de los jugadores. Un derbi siempre es un derbi y aunque solo sea por el aspecto emocional, ante el Espanyol hay que ir con todo de la misma manera que el Espanyol va con todo contra el Barça. Jugar con fuego siempre es peligroso y más en esta ocasión que no había la necesidad imperiosa de rotar ya que la ventaja en la Liga ofrece la oportunidad de hacer esa dosificación con menos riesgos. Puede que algunos digan que el Barça pudo ganar si Messi llega a marcar el penalti. Sí, claro, pero no lo marcó y no por error suyo, ¡eh!, si no por el paradón de Diego López. Y ese paradón fue precisamente el que lo cambió todo, dio alas al equipo blanquiazul, echó a la grada sobre el Barça, y desquició al once azulgrana, hasta el punto de que Piqué se desgañitaba pidiendo cabeza a sus compañeros viéndose venir que aquello no acabaría bien. Valverde recurrió a Rakitic y Suárez, pero ya era tarde, allí no había táctica que valiera, el rival estaba desatado y el estadio era una caldera. Melendo anotó el gol que castigó al Barça por su pecado de las rotaciones. Dar tantas ventajas a los rivales no es el mejor sistema y dárselas a un Espanyol sobremotivado todavía menos. Ahora, el 1-0 lo deja todo abierto. Valverde dijo que el favorito es el equipo que va ganando y seguramente es lo que tiene que decir, solo faltaría que desenchufara todavía más a sus jugadores. En mi opinión, el Barça sigue siendo favorito y ya verán como en el Camp Nou juegan Alba, Iniesta, Suárez, Rakitic, Umtiti y a lo mejor hasta Coutinho. Siendo así, el Barça es favorito, pero, ¡ojo!, que el Espanyol está ante la gran oportunidad de la temporada y se dejará la piel para aprovecharla.