El paripé de Dembélé

Dembélé se va

Dembélé se va

Rubén Uría

Rubén Uría

Nadie puso una pistola en el pecho de Bartomeu cuando le firmó un contrato-hipoteca bestial a Ousmane Dembélé. El Barça pagó una millonada por él, aunque tenía varios informes que desaconsejaban su contratación, pactó un salario fuera de mercado y asustado por el qué dirán tras la marcha de Neymar, el club apostó fuerte por un jugador que se ha pasado más tiempo en la enfermería que en el césped.

Dembélé tiene razón cuando se queja de que le han fichado a Ferran Torres, tiene razón en reclamar un salario y unas comisiones siderales porque el presidente ha dicho que es mejor que Mbappé y tiene razón cuando se cree la última Coca-Cola del desierto, porque así le ha hecho sentir Xavi Hernández con sus halagos continuos.

Nadie podría negar que tanto él como su inefable agente tienen argumentos lógicos para exigir que el club trague exactamente igual que tragó con su fichaje. Al agente de Ousmane le pagan para eso. Sin embargo, contra el vicio de pedir está la virtud de no dar. Y acabe como acabe el culebrón de su renovación, el socio está harto. Y tiene bastantes más motivos para estarlo que Dembélé para quejarse de las negociaciones.

Desde que fichó por el club, el extremo francés, un “mosquito” molesto que es de carne y hueso pero parece de cristal, se ha lesionado hasta en 13 ocasiones. Se ha perdido casi 100 partidos debido a problemas físicos, ha estado casi 700 días de baja y durante todo ese tiempo, el club ha tenido una paciencia absolutamente infinita con un empleado con una actitud desconcertante y una vida desordenada.

Si Laporta quiso hacer un guiño al jugador en público, regalándole los oídos, se pasó tres pueblos. Si Mateu Alemany está hasta el gorro después de meses de mareo, es comprensible. Y Xavi empieza a darse cuenta de que una cosa es que el equipo le necesita y otra, bien diferente, llevar meses toreando al club mientras manejas ofertas de otros equipos, porque en este negocio una cosa son las necesidades del entrenador y otra el club, una entidad con más de cien años para la que el monte no puede ser orégano.

Si este señor no quiere renovar, se quiere ir a otro club que le pague más, pretende que el Barcelona no gane un euro y se descuelga pidiendo un salario y unas comisiones que son inasumibles, está en su derecho. Ahora bien, el club está obligado a defender lo suyo. Con energía. Consejo vendo y para “Dembo” tengo.

Basta de paripé con Dembélé. Todo lo que no sea reprobar su actitud, retirarle la oferta de renovación, bajarle la cláusula, ponerle en el mercado y dejarle en la grada, será un error. Es irrelevante si es mejor que Mbappé o si se cree Messi cuando no lo es. Entró en el Barça, pero el Barça jamás entrará en él.