Messi evita un bostezo eterno

Leo Messi ante el Elche

Leo Messi ante el Elche / AFP

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Messi. Siempre Messi. Y solo Messi. Messi ejerció, una vez más, de líder del Barça. Cuando más lo necesitaba el equipo. En un momento de crisis. Con más dudas que certezas. Messi apareció como lo hacen los héroes legendarios. En medio de la batalla, cuando sus compañeros más lo necesitaban. Para marcar dos goles que permitían lograr una victoria imprescindible para seguir soñando con la Liga. Messi. Siempre Messi. Y solo Messi. Es el mejor y único argumento para pensar que este Barça en construcción puede ganar un título. Depende de Messi. No hay más...

La primera parte ante el Elche fue un bostezo eterno. Un aburrimiento interminable. Una pesadilla futbolística. Una abominación. Una tortura para el espectador. Había que hacer esfuerzos tremendos para no quedarse dormido viendo (o, mejor dicho, sufriendo) el triste espectáculo que estaba ofreciendo el Barça. Lo mejor fue una jugada individual de Trincao que acabó mal, con un remate pésimo al cuerpo del portero rival. Nada más. Cuarenta y cinco minutos tirados a la papelera de los horrores que demostraron lo que todos ya sabemos desde hace mucho tiempo: los titulares están mal, pero los suplentes están peor. Koeman quiso remover el equipo con una alineación revolucionaria, con cinco cambios. Y, para su desesperación, el remedio fue peor que la enfermedad. Especialmente retratado quedó Pjanic, que ni salió en la segunda parte.

El técnico holandés no tuvo más remedio que dar entrada, tras el descanso, a Dembélé para buscar un poco más de profundidad. Había que ganar el partido para no despedirse, definitivamente, de la Liga. Pero tuvo que ser Messi, el llanero solitario de este Barça, quien nos despertara del sopor con un gol 'marca de la casa' (con un pase de espaldas de Braithwaite, todo hay que decirlo), que abría el camino de la victoria y colocaba al crack argentino como Pichichi en solitario de la Liga. El propio capitán blaugrana se encargó de certificar el triunfo con un doblete que volvió a dejar claro que toda la pólvora del equipo está en sus botas. O marca Messi o aquí no marca nadie. Una laguna más de un Barça que evitó la catástrofe gracias a su líder. Se sumaron tres puntos imprescindibles, pero las sensaciones continúan siendo lamentables.