El Madrid no tiene corazón

Casemiro se despidió del Real Madrid

Casemiro se despidió del Real Madrid / Efe

Danae Boronat

Danae Boronat

Cualquiera se lo sabía de memoria: Casemiro, Kroos, Modric, los tres mosqueteros del centro del campo del Real Madrid que empezaron compitiendo con Busquets, Xavi, Iniesta y han terminado haciéndolo contra ellos mismos, contra la exigencia continua del conjunto blanco y contra el paso del tiempo. Nadie hubiera presagiado que Casemiro finalizaría antes su carrera en el Bernabéu que Modric pero con tan solo 30 años y después de levantar la quinta orejona decidió marcharse y el club no oponerse a ello. La realidad es que con Camavinga el verano pasado y Tchouaméni éste le estaban enseñando la puerta de salida.

Dicen que se ha ganado el derecho a decidir. De eso no cabe duda. Casemiro había bajado ligeramente su rendimiento, ya no era indiscutible aunque siguiera tirando del carro en las grandes citas. Siempre estaba. Ante la posibilidad de dejar de ser trascendente ha dado un paso al lado. Qué pocos lo hacen. Un paso, obvio, muy bien remunerado, para acudir al rescate de un Manchester United en horas bajas y desesperado por fichar a una figura que cambie su rumbo.

El Madrid evidencia, una vez más, que no tiene corazón cuando de renovar a sus leyendas se trata. 70 millones “a la buchaca” y que pase el siguiente. Sin sentimentalismos. Da igual que sea un jugador de club, de los que hace vestuario, de los que rema siempre a favor, de los que da la cara y se la parte, portavoz y líder. Da igual cómo te llames y qué hayas hecho. Todos aceptan que nadie es más importante que Florentino Pérez. Así que todos contentos menos, es de suponer, Ancelotti.

Si Casemiro llega a Old Trafford es, en parte, porque De Jong se ha resistido a ir. Mientras al brasileño le han buscado sustitutos varios en Barcelona hace tiempo que dependen del estado de forma de Sergio Busquets, que tiene 4 años más, y no encuentran quién pueda darle el relevo porque, por el momento, el neerlandés está desubicado en esa posición. “Necesita ver el fútbol de cara” explica Xavi y eso no siempre es posible. 

En el verano del fiasco del fichaje de Mbappé el Barça presume por las llegadas de cracks como Lewandowski y Koundé pero sigue sin soltar lastre de esos que cobran como mitos pero ya no son decisivos en el césped. El ex presidente Bartomeu agachó la cabeza ante las peticiones de las vacas sagradas cuando Florentino Pérez, valiente y despiadado echaba a Sergio Ramos. Una política deportiva atrevida con los futbolistas más queridos que podría haber salido mal pero los títulos dicen lo contrario.