Opinión

Luchar o morir

Joan Laporta y Mateu Alemany

Joan Laporta y Mateu Alemany / SPORT

Joan Laporta sabía bien que no llegaba para gestionar la paz en este campo de batalla llamado Barça sino que la situación que heredaba reclamaría de él lo mejor de su personaje para poder salir victorioso en lo que se presumía una guerra feroz contra la pobreza, el ansia desmedida de la más casposa caverna por verle fracasar y los miles de frentes que se irían destapando a lo largo de su mandato.

Lo que nadie podía prever, ni siquiera nuestro más insigne mandatario, es que en la guerra que iniciaba no encontraría ni un solo día de tregua. Ni uno.

Se le critica que ejecutivamente no siempre se ha rodeado de los mejores y a él tanto le da al priorizar los más fieles. Esa posible pobreza competencial tampoco le perturba el sueño y se mueve bien entre el halago y la obediencia sin preocuparle la eficiencia al saberse y sentirse seguro de que es él quien la garantiza. Y lo hace.

Y en este modelo de club claramente presidencialista, encaraba este verano la batalla de la reconquista de Europa con tres de los más rutilantes generales de sus ejércitos: “Dwight Eisenhower” Alemany, “George Patton” Deco y Sir “Bernard Montgomery” Hernandez.

De Eisenhower, como de Alemany, todo el mundo conoce y reconoce su sentido estratégico en la batalla, su astucia en la negociación y su capacidad para sorprender en la consecución de objetivos.

De Patton, como de Deco, de su afán y fuerza por alcanzar metas, de su implacable sentido del deber y de gustar acaparar poder sin importarle asumir responsabilidad.

Y Finamente, Montgomery como Xavi Hernández, sorprendió siempre por su defensa, su capacidad para no perder posiciones y avanzar de manera cauta pero segura, aunque, algo terco, siempre se le criticó su incapacidad de ver fallos en sus planes…

Y en este modelo, que se presumía potente y equilibrado, ayer nos despertamos con una grieta en las más altas instancias de esta máquina de guerra diseñada para ganar.

El que estaba llamado a liderar la estrategia, deja el ejército o es invitado a hacerlo, que eso en tiempos de guerra no es fácil de saber, y en este inesperado giro bélico todos los galones recaen  en “Patton” Deco, en una decisión difícil de valorar al no conocérsele batallas previas en este campo ni saber cómo encajará “Montgomery” Hernández la subordinación a tanto carácter

Solo cabría recordar, que de los tres generales, solo uno acabó siendo presidente, el que se va. Pero presidente… Es de lo único que vamos sobrados.

Caballeros, a las armas. La guerra no descansa.