Lamine Yamal ya se protege con su talento

El fenómeno Lamine Yamal es imparable, ya es ídolo y centra la atención en todo el mundo por su talento

Que entrene, juegue, se divierta y aprenda de los cracks que tiene al lado y de un entrenador como Xavi que ya sabe lo que es esto

Lamine Yamal.

Lamine Yamal. / RFEF

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

El fenómeno Lamine Yamal es imparable. Ya es ídolo y centra la atención en todo el mundo por su talento, inimaginable en cualquier joven de su edad, a no ser que se llame Pelé, Maradona o Messi, en otros tiempos de la historia. Esto es así nos pongamos como nos pongamos. Ocurre, sin embargo, que cuando se nombra a Pelé, Maradona y Messi, que son palabras mayores, las mayores que se pueden pronunciar, entran los miedos y las dudas.
Que si es pronto, que si vayamos con cuidado, que le protejamos, que esos periodistas que reparten halagos tan alegremente... Nos da miedo cargar la mochila anímica del futbolista adolescente, exponerle a una presión desmedida. Las palabras y los deseos son muy bonitos, pero los hechos, aunque no lo sean tanto, son implacables. Y son los que valen. Y el hecho es que la vida de Lamine Yamal ya nunca será la que llevaba hasta ahora, la de un adolescente anónimo, con sus problemas y presiones, que también las tienen, que son labrarse un futuro y encontrar un trabajo con el que llegar a fin de mes, por ejemplo. Seguro que si le preguntamos a él, prefiere la presión que tiene ahora.
¡NORMALIDAD! Ni una entrevista de más o de menos le va a perjudicar ni se lo va a creer más por los halagos en la prensa que porque su entorno se llene de chupópteros y le ponga cuatro guardaespaldas para salir a la calle. ¡Normalidad! Que entrene, juegue y se divierta. Y aprenda de los cracks que tiene al lado y de un entrenador como Xavi que ya sabe lo que es esto.
Lamine ya se protege con su talento y como tiene tanto, es normal que se le aplauda. La normalidad también incluye el trato con la prensa, que forma parte de la vida profesional que ya ha emprendido. También ha de acostumbrarse al halago y a la crítica, al asedio de los aficionados y a firmar autógrafos. Esto es lo normal. Lo que no es normal es recordarle cada minuto que es un niño vulnerable, que viniendo de donde viene, seguro que no lo es. Confianza en él y normalidad absoluta. De verdad.