No hay un clásico, sino dos; el político y el deportivo

Mal asunto cuando quieren convertir un partido de fútbol en una manifestación política

La seguridad condicionará el clásico del Camp Nou

La seguridad condicionará el clásico del Camp Nou / AFP

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Mal asunto cuando quieren convertir un partido de fútbol en una manifestación política. Mal negocio cuando los clubs son víctimas más que protagonistas. Mal problema cuando las amenazas llegan de un tsunami anónimo. Mal futuro cuando las medidas de seguridad quitan espacio a la información deportiva. El Clásico del próximo miércoles se acerca rodeado de mas incógnitas que certezas. Es como una bola de nieve que cada día se hace más grande y nadie sabe cómo va a terminar.

Como dijimos en su día, fue un error, un gran error aplazar el partido en la fecha prevista. Los problemas hay que afrontarlos de cara y solucionarlos antes de que se enquisten. Aparcarlos confiando en que el clima político mejore fue una decisión estratégica equivocada. Hoy hay mas temores y dudas que entonces. Tebas encendió la mecha del problema provocando un aplazamiento cobarde del que ahora se pagan las consecuencias. No se tuvo en consideración la opinión del Barça ni de los Mossos de Escuadra. Se impuso el miedo político y la decisión se tomó en Madrid sin analizar a fondo el caso. La Liga ha hecho un flaco favor al fútbol ya que el Camp Nou vive desde entonces una cuenta atrás incierta y preocupante. 

Esta situación, extraña y envenenada, nos lleva a pensar que no hay un Clásico, sino dos. El primero se juega desde hace días en el terreno de la polémica política. El Tsunami Democratic se enfrenta a las fuerzas del orden público vía comunicados, ruedas de prensa y redes sociales. 5000 agentes de seguridad entre mossos, policias y vigilancia privada intentarán detener un movimiento de protesta que puede superar los 20.000 manifestantes. El resultado es imprevisible por cuanto algunos esconden sus armas. Muchos aficionados desean que todo acabe en una reivindicación cívica y pacífica. Pero hay extremistas que quieren ir más lejos, hablan de boicotear el partido y no descartan una invasión de campo que obligue a suspender el encuentro. 

El Clásico político es una seria amenaza para el Clásico deportivo hasta el punto de que Federación, Liga, Barça y Real Madrid están más preocupados por lo que pueda suceder las horas antes del partido que en los noventa minutos de juego. Las medidas de seguridad alrededor del estadio serán las de un partido de alto riesgo con las dificultades que ello entraña para los asistentes al estadio. Confiemos que al final el sentido común y el seny se impongan. A ningún partido político le interesa que las aguas salgan de cauce, reventar el Clásico tendría funestas consecuencias para todos.

Si el Barça-Madrid se utiliza solo como altavoz para reivindicar objetivos políticos, será un mal menor. El Barça se encuentra atrapado en una situación comprometida sin margen apenas de negociación. No quiere entrar en el juego político pero tampoco quiere aparecer como un traidor a la causa independentista. El presidente Bartomeu hace equilibrios sobre el alambre. El Clásico político es una amenaza real, ante tal coyuntura, Messi y compañía tienen mas ganas que nunca de ganar el Clásico deportivo.