El Espai Barça es un proyecto de club, no de una junta directiva

Mientras no se demuestre lo contrario todos los contratos del Espai Barça pasaron el filtro de control de una comisión formada por cuatro directivos

El Espai Barça es un proyecto de club, no de una junta directiva

El Espai Barça es un proyecto de club, no de una junta directiva

Toni Frieros

Toni Frieros

La hemeroteca demuestra que a Joan Laporta el proyecto Espai Barça nunca le ha hecho ‘tilín’. El miércoles 15 de julio de 2015, a pocos días de las elecciones a la presidencia del FC Barcelona ganadas por Josep Maria Bartomeu, manifestó textualmente en las páginas 16 y 17 de SPORT: “El Espai Barça es una astracanada, una farsa y un engaño”. Entonces proponía la recuperación de su ‘Proyecto Foster’ o incluso “hacer un nuevo Camp Nou en otra ubicación”.

Han transcurrido seis años desde entonces y, salvo el derrocamiento del Mini Estadi, la construcción del Estadi Johan Cruyff y algunos trabajos previos, todo queda por hacer en el Espai Barça, donde todavía no ha entrado una sola máquina bulldozer en el Camp Nou.

Afortunadamente, aunque a contrapelo, Laporta ha acabado por abrazar un proyecto que es estratégico para el presente y el futuro del FC Barcelona, porque marcará un antes y un después en la historia de la entidad.

Por eso, tanto él como su junta directiva y todos quienes les acompañan en este viaje, deben hacer el esfuerzo de olvidarse de qué presidente puso la primera piedra (Sandro Rosell) o lo presentó en sociedad (Josep Maria Bartomeu). Debería verlo como una bendita herencia y agradecer el ingente trabajo realizado por sus antecesores, que se dejaron la piel para que el FC Barcelona aspire a tener el estadio que merece su historia y que esté acorde a los tiempos que corren.

Diré más, si alguien tiene que quejarse de algo tendría que ser, precisamente, de la tardanza en los trámites y del inicio de las obras. Es verdad que ahí no siempre la culpa ha sido del FC Barcelona, porque los plazos en proyectos urbanísticos son insufribles, larguísimos y peor que un dolor de muelas.

También hay que destacar que el club logró algo inaudito, el acuerdo unánime de todas las fuerzas de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona y el beneplácito mayoritario de los vecinos de Les Corts. Mayor consenso, por lo tanto, imposible. Todas las partes entendieron que el Espai Barça es bueno para Catalunya, Barcelona y el barrio donde se asienta. Será, una vez terminado, un referente mundial como lo es, y perdón por el ejemplo, la Sagrada Familia.

Es lógico y entendible que la actual junta directiva, en mayor o menor medida, quiera dejar su impronta en el proyecto Espai Barça, pero a nadie beneficia extender la sombra de la duda sobre algunos contratos del proyecto o filtrar que podría haber irregularidades cuando todavía no se ha terminado la ‘due diligence’. El despido de Bill Mannarelli, el responsable ejecutivo del Espai Barça, encaja en el deseo de Laporta de cambiar toda la estructura tejida por Bartomeu. Prácticamente ya no queda nadie dos meses después de tomar posesión. Su mayor preocupación, sin embargo, debería ser que el Espai Barça siga su camino sin más dilaciones, porque el FC Barcelona se juega su futuro con este proyecto. Aquí no hay personalismos que valgan ni medallas que ponerse. Piensen solo en el bien del club.