Dios salve a las reinas

Celebración de la selección española tras ganar la Liga de Naciones Femenina

Celebración de la selección española tras ganar la Liga de Naciones Femenina / Kiko Huesca

Carme Barceló

Carme Barceló

Ver a Irene Paredes tomar la palabra en el Congreso de los Diputados fue muy poderoso. Lo cuenta Mariona Caldentey unas páginas más atrás y lo replican los miles de niñas y mujeres que volvieron a agarrarse a estas futbolistas para sentirse más fuertes. “Es una necesidad apoyar el deporte femenino no solo de palabra. Necesitamos unas leyes que nos ayuden, nos protejan y nos cuiden. Porque está visto que, con las herramientas adecuadas, somos capaces de hacer cosas muy grandes”. La capitana, rodeada de todo el equipo, levantó la voz por ellas y por las que vienen detrás. Donde ven un resquicio, por allí se cuelan y expanden su luz.

Los éxitos deportivos las avalan pero éstos han llegado con lo justo y tras enfrentarse a todo y a todos. Aquí se quedaron parte de ‘Las 15’, con todo el dolor que supone para gran parte de la selección. Y, más atrás, aquellas jugadoras que se plantaron tras el Mundial de Canadá y denunciaron el maltrato y los abusos del seleccionador Ignacio Quereda. Un señor que, por cierto, estuvo treinta años en el cargo sin ganar absolutamente nada. Poco más que añadir a lo vivido y a lo sufrido en pleno siglo XXI.

En menos de un año, estas futbolistas lo han ganado prácticamente todo. La columna vertebral del combinado español está formada por profesionales del FC Barcelona que, aún cuando las condiciones en el club son bastante mejores, siguen luchando cada día por ser reconocidas al nivel que merecen. Estandarte blaugrana, palo al que agarrarse cuando el equipo masculino y otras secciones no dan la talla, abrigo y orgullo de familias enteras, merecen la mejor gestión y medios posibles. Tener la renovación de Alexia encallada no es la mejor visión de la jugada. A veces, parece que olvidan que es un referente más allá del Barça y del fútbol.

Si Putellas es la reina, que Dios la salve. A ella y a sus compañeras. El desgaste emocional que supuso gestionar todo lo acontecido antes y después del Mundial les ha pasado factura a la mayoría. Por eso tiene aún más mérito seguir sumando como lo hacen. El Barça tiene casi en la mano los tres títulos locales y está muy bien posicionado en el UWCL. La selección española ya tiene el billete para los Juegos Olímpicos de París y ha sumado una Nations League a sus vitrinas.

Ganarla les ha supuesto un premio global de medio millón de euros que tuvieron que pelear porque, semanas antes de la final, no llegaban a la tercera parte. Los hombres, consiguiendo idéntico título, se embolsaron diez ‘kilos’. Explicarlo es ponerlas en valor y demandar que se ajuste esta disparidad. Y, de paso, no estaría de más que sus compañeros las apoyaran. Aunque ni están, ni se les espera.

Este 8M será el de ellas, el de las mujeres que juegan a fútbol y que ya son referentes para otras. Ellas, que no los tuvieron. Ellas, que siguen en la lucha desde la cercanía, la empatía y la sororidad. Ellas, que han trabajado el doble para que no les den ni la mitad. Ellas, las que han hecho historia con balón y sin él.