La culpa no es (solo) de Valverde

Valverde mostró su preocupación en el partido ante el Slavia

Valverde mostró su preocupación en el partido ante el Slavia / EFE

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

La crisis de identidad que sufre el Barça no es, únicamente, culpa de Valverde. En el club hace ya demasiado tiempo que se han olvidado del estilo que convirtió al Barça en el mejor y más admirado equipo del mundo. Y desde la directiva se ha apostado por el resultadismo. Lo único que importa es ganar. Como sea. El problema llega cuando ya no ganas. Entonces, buscar soluciones resulta imposible. Porque se ha renunciado al camino que llevaba a la victoria: jugar bien. Valverde solo es un gestor de vestuario, un alineador con más o menos acierto, sin demasiada capacidad de maniobra. Cuando dice que hay que estar preocupados “pero solo un poquito” en realidad está diciendo que espera que todo se resuelva por arte de magia. O, mejor dicho, por la magia de Messi. Porque este Barça se ha agarrado, más que nunca, a las genialidades del mejor futbolista del planeta. Pero Messi, solo, aburrido y sin socios de garantías, comprueba con impotencia la desintegración del proyecto.

Valverde poco puede hacer para frenar la descomposición, más allá de intentar pruebas con el sistema y dar minutos a un niño tan ilusionante como Ansu Fati. El problema no es (solo) Valverde. Es mucho más profundo y parte de las pésimas decisiones estructurales que se han ido tomando desde los despachos en los últimos años. Casi desde la marcha de Guardiola. Es verdad que se han conquistado títulos (entre ellos, un triplete) aunque eso, probablemente, es lo que ha ido tapando la decadencia del vestuario y ha ido aplazando la imprescindible revolución de una plantilla que lo ha ganado todo pero que, difícilmente, puede seguir ganando tanto.