La Copa está en deuda con el Barça

El Barça busca su primer título de la temporada

El Barça busca su primer título de la temporada / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

Una final siempre es una final. Al extraordinario encuentro de esta noche le bastan motivos puramente deportivos para ser disfrutado en plenitud, y por eso es más que sospechosa la campaña para poner los silbidos de siempre en primera línea mediática, cada día, machaconamente, por un ejército de altavoces. De repente, ya no interesan Messi ni Iniesta ni N’zonzi, sino únicamente lo que sucederá en el minuto antes de que pite el árbitro. Habrá que empezar a pensar que tanto foco sobre los silbidos quizás sea una manera de provocar que sucedan para luego solo hablar de ellos, como una especie de profecía autocumplida. 

La matraca de los pitos es quizás una manera de tirar humo sobre un hecho incontestable: el Barça aspira hoy al octavo doblete de su historia y a consolidar su reino tiránico sobre este trofeo, con el que mantiene un relación idílica. Está en juego que levante la Copa nada más y nada menos que por 30ª vez. La reciente eliminación de la Champions ha provocado una seria reflexión en el club sobre si el esfuerzo copero es una factura demasiado costosa mientras el Real Madrid parece haber llegado a la conclusión, a tenor de su paupérrimo rendimiento en el torneo los últimos años, de que es mejor tirar la Copa para llegar más fresco a la Champions. Por todo ello, los que focalizan sobre los silbidos lo primero que deberían empezar a decir es que el equipo que más respeta la Copa, paradójicamente, es el Barça: es el que más la honra porque es quien mejor la compite. Los que tanto se llenan la boca de respeto quizás que empiecen a denunciar los equipos que la menosprecian tirándola a las primera de cambio. Estaría bien que autoridades, estamentos futbolísticos y público en general, en lugar de reprocharle nada, le reconocieran al Barça haber sido el equipo que más ha contribuido a engrandecer una Copa que está en deuda con el club blaugrana. Esto sí que sería de valientes.