Busquets y De Jong son socios, no rivales

De Jong y Busquets, durante un entrenamiento en la Ciutat Esportiva

De Jong y Busquets, durante un entrenamiento en la Ciutat Esportiva / VALENTÍ ENRICH

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

No han pasado aún cinco semanas desde que, a trompicones, empezó a leer y ya tiene sobre su mesilla de noche un libro en el que debe elegir su destino cada cinco páginas.

Los adultos enseñan a los niños desde muy pequeñitos que la vida es una elección constante y eterna: espaguetis o macarrones, Apple o Android, rubia o morena, diesel o gasolina. Y cada disyuntiva obliga a hacer un descarte al que, de forma insconsciente, menospreciamos y etiquetamos de inútil. Tal es la obsesión compulsiva que acaba pudriendo incluso esas parcelas de libertad en las que elegir es, además de prescindible, una mala elección.

Busquets y De Jong se han convertido en el campo de batalla de una mini guerra librada por dos bandos compuestos por no se sabe exactamente quién que pelean, con las redes sociales como munición, para que sus protegidos arrebaten la gloria a su enemigo. Cuando ni son rivales ni deberían ser tampoco competencia directa. Prescindir de la experiencia, la inteligencia táctica y el conocimiento del juego de Busquets es tan contraproducente como renunciar al desparpajo y el explosivo talento de De Jong.

Lo mejor para Valverde sería escribir su propia aventura y no dejarse llevar por la de quienes constantemente agitan los brazos ahuyentando fantasmas del pasado. En lugar de elegir entre talento o talento, sería más inteligente empezar a pensar en arrancar la página de un sistema en el que no caben los dos y dibujar sobre el césped uno nuevo en el que ambos se sientan inseparables. Aquello tan viejo de adaptar el sistema a los jugadores y no al revés