Bartomeu resiste... unos días más

Josep Maria Bartomeu, presidente del FC Barcelona

Josep Maria Bartomeu, presidente del FC Barcelona / EFE

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Una de las grandes virtudes de Bartomeu ha sido su capacidad de resistencia. Si es que la tozudez puede considerarse una virtud. Durante años se ha mostrado inmune a las críticas, aguantando carros y carretas. Gracias, básicamente, a haber entregado el poder a un vestuario que, mientras ha ido ganando títulos, ha ido salvando la cabeza del presidente. Hasta el desastre contra el Bayern, que convirtió la situación en insostenible.

El día después del humillante 2-8 en la Champions, Bartomeu me insistió, una y otra vez, en que la crisis del Barça era solo deportiva y que, por lo tanto, necesitaba decisiones deportivas. Por ese motivo destituyó a Quique Setién y fichó a Koeman y traspasó/regaló jugadores como Rakitic, Arturo Vidal, Luis Suárez o Rafinha para renovar la plantilla. Pensaba que con esta ‘revolución podría seguir resistiendo. Pero Bartomeu, en esta ocasión, se equivocó. Y se topó contra la dura realidad de una moción de censura que recogió más de 20.000 firmas válidas, en una demostración clara del enfado de los socios. Se ponía de manifiesto, de esta forma, que no se trataba solo una crisis deportiva, sino que también era institucional y, por culpa de la pandemia, también económica (de ahí las polémicas rebajas salariales a los futbolistas). 

El presidente, a pesar de llevar semanas contra la espada y la pared, no tira la toalla. Ha apelado a todos los estamentos, incluida la Guardia Civil, para evitar el referéndum. Y, finalmente, ‘aliado’ con la pandemia, pone en manos del PROCICAT la decisión de si se puede celebrar o no la moción. Si la Generalitat insiste, entonces y solo entonces, Bartomeu dimitirá. De momento, resiste unos días más... ¿Para qué? Según él, para tomar decisiones importantes en un momento de tanta incertidumbre como el actual. Decisiones que no quiere dejar en manos de una comisión gestora. Es decir, se resiste a irse por responsabilidad. Al menos, ese es su discurso. Que cada uno decida si se lo cree o no.