Un Barça de trincheras

Laporta quiere la renovación de Mateu Alemany

Laporta quiere la renovación de Mateu Alemany / David Ramírez

Rubén Uría

Rubén Uría

Campo de minas. La ruinosa herencia recibida, la deuda que estrangula al club, las famosas palancas, el tema ‘Goldman Sachs’, el ‘Caso Negreira’, la postura de la UEFA, la Superliga que apesta a ‘Titanic’, el recurrente ‘Espai Barça’, la mudanza a Montjuic, el ‘fair play’ de marras, la masa salarial que hay que rebajar y la ‘guerra fría’, cada día más caliente, con Tebas.

De fondo, la alargada sombra de la SAD, el anticristo para el socio y el santo grial para algunos grupos de poder que fabulan con ese camino desde hace lustros. Entre mina y mina, con decenas de bombas enterradas en la arena, el club trabaja sin prisa, pero sin pausa. Xavi Hernández, Mateu Alemany (el mejor fichaje de Laporta, de largo) y Jordi Cruyff diseñan el Barça del futuro. No faltan enemigos y no sobra un euro.

Ganar la Liga es cumplir la primera fase del plan. La segunda consiste en volver a ser fuerte en Europa. ¿Messi? No es una quimera, pero es un asunto complejo. Existe una deuda moral, pero a día de hoy, no hay oferta, ni contacto directo presidente-jugador. El tiempo dirá. Lo que sí generaría un hipotético regreso del argentino es justo lo que el club necesita: recuperar y multiplicar sus ingresos, porque el ‘10’ es una ‘mina de oro’.

Mientras tanto, el club tiene operaciones maduradas que no acaban de caer del árbol. Agentes libres y sin coste de traspaso. ¿Salidas? El club anda con pies de plomo. En privado y en público. Hace bien. Gavi, entre cautelares, juzgados, licencias y otras historias para no dormir, seguirá.

Por Christensen, Rapinha, Kessié llegarán ofertas. Y se escucharán si son buenas, porque no hay nadie imprescindible. Busquets es una bisagra. Continuar a la baja o apretón de manos, gracias, suerte y adiós con honores. Ansu es otro cantar. El club ha sido, es y seguirá siendo elegante. Tiene dos opciones: ‘mutear’ a su padre y volver a ser lo que nos dijeron que iba a ser, o ponerse en manos de su ‘superagente’, traer una buena oferta y mudarse a pastos más verdes. Sin estridencias, pero con firmeza. No hay nada escrito, todo está por resolver.

Y si algunos socios todavía se preguntan por qué todo avanza tan lentamente, conviene volver a la casilla de salida de este artículo. La deuda, los créditos, las pólizas, el ‘fair play’, la mudanza, el ‘Espai Barça’, la Superliga, la UEFA, la guerra abierta con Tebas y de fondo, el chapapote viscoso del ‘caso Negreira’.

El Barça es un campo de minas. Alguna explotará cuando menos se espere. Es inevitable. Normal. Faltan euros y sobran enemigos. Dicen que una mala paz suele ser mejor que una buena guerra. Pase lo que pase, que nadie se engañe. En plena trinchera, en mitad de una guerra, la prioridad es sobrevivir.

GRANDE Y PEQUEÑO, CATEGORÍA Y ANÉCDOTA

Ganar esta Liga es la categoría. Caer en Europa y Copa, la anécdota. Sin embargo, Bayern, Inter y Madrid dejan cicatrices. Heridas que necesitan puntos de sutura y de las que se debe aprender. Este Barça es grande ante los débiles y pequeño ante los poderosos. Mal asunto. Y si no quiere seguir tropezando en la misma piedra, no se lo puede permitir.