Opinión
El Barça salva otro 'match ball' pero irrita al Camp Nou
El Barça de Setién sacó adelante un partido muy difícil, agarrado al menos a la pelota, pero sin disipar las dudas que se ciernen sobre el equipo. Fue sin duda el Setién más pragmático, que no dudó en cambiar a Ansu por Arturo Vidal para conservar descaradamente el 2 a 1 y terminar el partido con un 4-4-2, confirmando que incluso un entrenador tan ideológico como Setién tiene que adaptar sus ideas a la realidad.
Fue curiosamente una maniobra clásica de Valverde, en un partido en el que el Barça siguió imitando la mayoría de los defectos de toda la temporada: una inquietante inestabilidad defensiva, a pesar del buen partido de Piqué, Sergi Roberto y Umtiti, y una relajación con 2-0 en el marcador, que demuestra que el equipo, muy mermado de efectivos, busca dosificarse a la mínima que se lo permite el partido.
Es cierto que al menos se ha recuperado la posesión, como es una buena noticia que ayer volvieran a conectar Messi y Griezmann en una gran combinación, pero la sensación de que el equipo solo sabe jugar a ráfagas y la exasperante lentitud en la salida de balón terminaron por irritar el Camp Nou, que silbó por primera vez en mucho tiempo y de manera abierta el juego del equipo.
El Barça sigue sumando puntos, pero dista mucho de convencer a su propia parroquia, que ayer dio un primer aviso de lo que puede avecinarse si Setién no logra que su equipo siga creciendo.
Es indudable que el Barça está ahora mismo a medio hacer, pendiente de consolidar las ideas del nuevo entrenador, de que venga de una vez un ‘9’, de que Messi recupere su olfato goleador y que lleguen las dos primeras grandes citas de la temporada, el Clásico y el Nápoles, que pondrán a prueba el estado real del proyecto.
Mientras no llegue este momento de la verdad, el equipo transita provisionalmente en zona de nadie. Con tan poco entusiasmo, que ha empezado a desesperar al Camp Nou.
TRISTE GESTO DE BORDALÁS Y SETIÉN
Bordalás y Setién, que arrastran una vieja rencilla, dieron ayer la nota al no saludarse ni antes ni después del partido.
Bordalás, en un gesto triste, se fue al vestuario antes de que terminara el encuentro para evitar el saludo con su colega. En la rueda de prensa el entrenador del Getafe se inventó la excusa de que esperaba que fuera Setién el que le fuera a saludar por su condición de entrenador local, pero lo cierto es que el episodio, propio de un patio de colegio, deja en mal lugar a los dos protagonistas.
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