El Barça, en los Alpes

Las bicicletas estáticas han sido una de las protagonistas del entrenamiento previo al duelo contra el Getafe

Las bicicletas estáticas han sido una de las protagonistas del entrenamiento previo al duelo contra el Getafe / Valentí Enrich

Lluís Carrasco

Lluís Carrasco

Seguro que todos ustedes conocen de sobra la famosa ascensión a Alpe d’Huez y sus ya míticas 21 curvas, 21 quebraderos de cabeza con porcentajes de desnivel escalofriantes que deciden muchos años el ser o no ser de los más laureados equipos ciclistas del mundo.

El Barça inició, con el partido en Nápoles, esa ascensión legendaria para demostrar si es o no es, si está o no está, si las piernas aguantan, la cabeza permanece centrada y la táctica es la adecuada. A las puertas de la subida, y desde la cima, nos contemplaban entonces 21 curvas al cielo, 21 partidos entre liga y Champions League por acometer, 21 envites que vencer, 21 exámenes que aprobar, 21 pruebas que superar para acallar críticas, convencer escépticos y, por qué no, tranquilizar mercados.

Ante el reto, tal vez no tengamos ese líder deslumbrante con miles de kilómetros en sus piernas, pero sí un grupo de deportistas osado, joven y desvergonzado que está despertando a los más bregados y rodados, convenciéndoles desde casi la pubertad, que donde hay que brillar es sobre el terreno, no en las salas de prensa. Unos chavales que, desde distintas posiciones en el pelotón, están reclamando de forma casi insultante convertirse todos ellos en el jefe de filas: Pau Cubarsí, Fermín López, Lamine Yamal, Pedri o, por qué no, el propio Vitor Roque no solo pueden romper la carrera, sino empujar al grupo a tal velocidad que cuando menos lo suponían los rivales, se vean sorprendidos por el equipo que menos aparecía en las apuestas y mucho menos esperaban encontrarse en la lucha por alcanzar esa cumbre.

Las cosas no han empezado mal, las tres primeras curvas, liderando: Primero Nápoles, después Vigo, el sábado Getafe… ¿Quién dijo que era imposible? ¿Dificultad? Toda, y encima ya se percibe la muy “cabrona” curva de Bilbao, la primera realmente rompe-piernas, pero vamos a por ella… ¿Por qué no?

Que los cobardes, los descreídos, los pusilánimes y sobre todo los tóxicos, se espachurren en el sofá escuchando a Perico Delgado y al ya legendario Carlos de Andrés, los que, como yo, estén un poco chiflados, no les importe el frío y confíen en los milagros, acompáñenme e instálense conmigo en los arcenes pintando de fe las calzadas, que aún hay mucho que alentar y mucho más aun que empujar.

El llano ha terminado señores, y ahí no anduvimos finos: Dudas, lesiones, perezas, tácticas de equipo inadecuadas, relevos inoperantes… Pero, ¿Qué carrera han visto ustedes en el pasado decidirse en los valles?

La suerte es una farsa, ha llegado el momento de sufrir. El equipo ha de padecer por los miles que seguimos, tenaces e inmóviles, creyendo en ellos en esa cuneta y recordándoles que, con solo un día más de sudor, evitarán un año más de lágrimas.

Que los pinchazos nos respeten.

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