La apuesta por la contundencia cambió de bando

Entre Messi y Suárez han marcado 37 goles al Real Madrid con la camiseta del FC Barcelona

Entre Messi y Suárez han marcado 37 goles al Real Madrid con la camiseta del FC Barcelona / AFP

Jordi Costa

Jordi Costa

Temporadas atrás, al encarar un clásico, teníamos la certeza que el Barça buscaría hacerse fuerte con el balón y que el Madrid le esperaría para sorprenderle al contraataque. El resultado final de esta noche puede depender de factores aleatorios pero aquella dinámica que parecía inmutable es pasado. 

Más allá de decisiones arbitrales que condicionaron el resultado de Anoeta, el Barça confirmó que se aviene a dejarse dominar en cuanto se encuentra con un rival atrevido -la Real, en este caso- que le discute la posesión del balón. Nada que ver con la filosofía de protagonismo de las últimas décadas, y sí con una optimización radical de la que hoy es su principal virtud: la contundencia.

El Barça de Messi necesita generar poco juego y ocasiones para llevarse goles a la boca, mientras que al Madrid de Benzema, con la ausencia de Hazard y un Bale sin tono competitivo, no le alcanza con someter a sus adversarios -ya sea el PSG o el Valencia- con ritmo y presión asfixiantes porque no dispone de la pólvora necesaria para trasladar al marcador su autoridad -a menudo intermitente- en el juego.

Quizás sea producto de todo lo expuesto que, a diferencia de lo que hubiera pasado un tiempo atrás, Zidane es el único que se plantea renunciar a su tercer delantero para reforzar el centro del campo con una cuarta pieza -sea Isco o Modric-, con el objetivo de gobernar el partido e intentar alejar a la voraz delantera blaugrana de Courtois. 

En este sentido, el hecho que Marcelo sea baja, y que le sustituya en el lateral izquierdo blanco un Mendy más poderoso físicamente y más responsable defensivamente, puede ser un obstáculo para el Barça si Messi no logra escaparse del área de influencia del defensa francés.

Más allá de la igualdad que refleja la clasificación de la Liga, la realidad actual de ambos equipos delata que se han intercambiado sus libros de estilo: el Madrid insinúa el guante de seda que hizo legendario al Barça, y el Barça esgrime el contundente puño de hierro que llevó al Madrid de Cristiano a tiranizar Europa.

Está por ver si los blancos osarán mostrar también en el Camp Nou la energía y la presión alta de sus últimas actuaciones o si preferirán una propuesta más precavida para reducir los espacios por los que el Barça les destrozó reiteradamente la temporada pasada. En cuanto al Barça, su suerte de esta noche dependerá de su eficacia, del acierto que muestre en el clásico de las áreas. El de la autoridad, puede que ni lo compita.