Federer impone su ley

Roger Federer, eufórico tras su triunfo en Melbourne

Roger Federer, eufórico tras su triunfo en Melbourne / EFE

Marta Quijano

Roger Federer agigantó su leyenda. Volvió a ganar un Grand Slam, como la rutina de quien va a la oficina. Volvió a demostrar que es le mejor, como quien convive con ello con naturalidad. La leyenda suiza despertó de su sueño a Martin Cilic, que fue un más que digno finalista. Pero la experiencia y la sabiduria de Federer son argumentos inabarcables para cualquier rival. 

Y es que los números de Federer son irrebatibles. El suizo venció al croata Marin Cilic, por 6-2, 6-7 (5), 6-3, 3-6 y 6-1, en tres horas y tres minutos, para ganar por sexta vez el Abierto de Australia y sumar su vigésimo título del Grand Slam. Casi nada. Con treinta y seis años y después de que una lesión hace dos años dejara dudas sobre su reinado. Terminado ese obligado paréntesis, Federer volvió para quedarse. Hoy por hoy no tiene rival.

Con la victoria de este domingo en la Rod Laver Arena, Federer, defensor del título, iguala los seis títulos del serbio Novak Djokovic en Melbourne Park, y del australiano Roy Emerson y amplía su palmarés con el 96 de su cuenta.

Este nuevo título, el segundo esta temporada tras el logrado en Perth con su país, en la Copa Hopman, mantiene al suizo como segundo jugador en la lista ATP de este lunes, pero a tan solo 115 puntos del español Rafael Nadal.

La final, que se jugó por primera vez bajo techo por el extremo calor reinante, no defraudó porque Cilic fue un gran rival. Y eso que en el primer set se mostró superado por la figura de Federer, que dominó con autoridad y parecía que la final íba a ser un paseo. El croata estuvo fallón e impreciso, sometido por un Federer imperial que imponía su ley. El ritmo de pelota de Federer era ingobernable para un Cilic que apenas sobrevivía con los contados errores del suizo. Cilic parecía un novato y a Federer le bastaba con tirar de manual.

Más competido estuvo el segundo set y eso sucedió porque Cilic comenzó a ser Cilic y Federer, más errático, era menos Federer. Y después de varios regalos del suizo, se llegó al tie break que se llevaría el croata para igualar el partido y mantener viva la final.

Federer tomó buena nota de lo sucedido y no quiso que se repitieran los errores en el tercer set. El suizo recuperó su mejor juego y empezó a hacer poesía. Nada pudo hacer entonces el croata, al que no le alcanzaba su agresividad y potencia, que quedaba relegada ante la inteligencia táctica de un Federer que tenía muchos más argumentos y que contaba además con un servicio ganador.

Parecía que el cuarto set sería el definitivo después de que Federer se pusiera con ventaja, pero apareció el mejor Cilic para darle la vuelta con golpes de gran riesgo que hacian sufrir a Federer. El croata se mostraba tremendo con sus derechas cruzadas y en el intercambio de golpes salía ganador ante un Federer que había perdido el rirmo del partido y que se veía abocado al quinto set.

Y aquí dijo basta Federer, que era consciente de que ya no podía hacer concesiones. El suizo empieza rompiendo el servicio de Cilic y conserva de nuevo el suyo. Y de nuevo rompe a Cilic, que se derrumba, sabedor de que un 3-0 ya es casi definitivo. Federer opta entonces por un juego más práctico que brillante, asegurando los puntos ante un Cilic al que no le sale nada. La mentalidad competitiva del suizo hace el resto para ganar el set.

Cilic, que aparecerá este lunes como tercer jugador del mundo, y que quería convertirse en el primer jugador en ganar el Abierto de Australia en su debut desde el suizo Stan Wawrinka en 2014, no pudo vengar su derrota el pasado año en Wimbledon, cuando disputó la final perjudicado por ampollas en los pies.

El croata acabó con 16 saques directos, lejos de los 24 de Federer, aunque con uno de ellos marcó los 214 kilómetros por hora, y cedió su saque en seis ocasiones. Solo pudo romper al suizo dos veces. El de Basilea acabó ganando 152 puntos, por 128 de Cilic.

Todos los aficionados que llenaron la Rod Laver aplaudieron en pie a Federer, que sin poder contener la emoción, agradeció al público su devoción. En su caso es el tercer 'major' que gana después de cumplir 35 años, haciendo historia de nuevo.