LA OPINIÓN

¿Por qué técnico y plantel son hostiles con la prensa?

Luis Enrique Martínez, entrenador del FC Barcelona, en la rueda de prensa previa al Atlético-Barça de Champions

Luis Enrique Martínez, entrenador del FC Barcelona, en la rueda de prensa previa al Atlético-Barça de Champions / sport

Ivan San Antonio

Luis Enrique, siendo entrenador del Barça B, respondió a la pregunta algo táctica de un servidor que “para hacer esta pregunta, deberías tener el carnet de entrenador”. Tiene (tenía) razón y los periodistas, la mayoría, no sabemos nada de fútbol. Pero eso no nos exonera de nuestro deber de preguntar, así que respondí: “Para decirme qué puedo y qué no puedo preguntar, deberías haber estudiado periodismo”. Todo acabó en unas risas y algo de comprensión por parte de ambos. Y Luis Enrique respondió, lo que, para el asturiano, es como visitar al dentista. Lo hace antes y después de cada partido y no le gusta. Es obvio e incluso comprensible: al entrenador del Barça le gusta entrenar, no ser entrevistado, aunque vaya en el sueldo. Es por ello que, nada más convertirse en entrenador del primer equipo, pidió no tener que aparecer en rueda de prensa antes y después de todos y cada uno de los partidos. Nada que no hiciera en el Barça B, cuando solo se dejaba caer en la consulta del dentista después de jugar. Incluso en Segunda División, cuando las previas las atendía su segundo, Joan Barbarà. 

Filtraciones. Luis Enrique es así y, guste o no guste, es consecuente. No da nada, pero tampoco pide. En cambio, son varios (no la mayoría) los futbolistas que se quejan del trato de la prensa, pero que usan sus departamentos de comunicación para influenciar en lo que se publica o se dice. También están en su derecho, faltaría más. El mismo que tiene la prensa de hacer su trabajo sin sentirse ninguneada y pisoteada. Los periodistas, como los futbolistas, son personas y el gran problema entre unos y otros es la falta de empatía. Los futbolistas y los técnicos tienden a protegerse de quienes ven como violadores de su espacio de confort. Y tan cierto es que, en ocasiones, se producen ingerencias impresentables (información que nada tiene que ver con el fútbol) como que la sensibilidad hacia el colectivo va acompañada de una generalización. Los futbolistas no son todos iguales; la prensa, tampoco.