El día que el Girona quiso a Koke

En verano de 2009, Javi Salamero se presentó en el Calderón para solicitar el préstamo del actual capitán del Atlético, que entonces tenía 17 años

“Tardaron veinte segundos en decirme que no”, recuerda el exdirector deportivo, que también pidió la cesión del meta De Gea

Aleix García disputa el balón con Koke, durante el partido Atlético de Madrid-Girona

Aleix García disputa el balón con Koke, durante el partido Atlético de Madrid-Girona / EFE

Marc Brugués

“Se lo pensaron veinte segundos. Si es que se lo llegaron a pensar... Quizás todavía se ríen”. Era verano de 2009, finales de agosto, y el entonces director deportivo del Girona, Javi Salamero visitaba las oficinas del Vicente Calderón, antiguo estadio del Atlético de Madrid. “Necesitábamos un portero y un pivote, recuerda el de Lloret, que, sin ninguna manía, se plantó en el despacho del secretario técnico rojiblanco, José María Amorrortu, y pidió las cesiones de Koke, De Gea y Domínguez. “Me atendió muy bien, pero me dijo que no teníamos ninguna posibilidad”, detalla.

Ninguno de los tres jugadores del Atlético de Madrid pretendidos por el Girona aterrizó en Montilivi y, solo uno, Koke, ha conocido el estadio gerundense. Curiosamente, fue testigo del debut del Girona en Primera y este lunes regresará. Lo hace más que consolidado como uno de los mejores centrocampistas de LaLiga y con un palmarés que incluye un Mundial, una Eurocopa y dos Ligas, entre otros. Ya apuntaba bien Salamero, ya.

Lejos del glamur de la Primera División o de los últimos años en Segunda A donde ha sido siempre candidato al ascenso, el Girona no hace tanto era un club pequeño y humilde que luchaba entre grandes transatlánticos para mantenerse, como fuera, en el fútbol profesional. Eran los primeros años en la categoría de plata, donde se había llegado gracias al gol de Migue contra el Ceuta en junio de 2008.

El Girona había vuelto a la élite medio siglo después y tenía el difícil reto, no de estabilizarse, sino de aguantar un año como fuese. Entonces, la realidad era, más que nunca, el día a día y, sobre todo, tratar de encontrar recursos para sobrevivir entre grandes clubes caídos de Primera o históricos del fútbol español.

Lo sabe en primera persona Javi Salamero, director deportivo del equipo (2006-10) y recurso en unas cuántas ocasiones como entrenador. El salto al fútbol profesional dio un nombre en el Girona, que, a medida de ir coleccionando permanencias y años en la categoría, se fue haciendo grande.

Aun así, era un club modesto, con presupuesto bajo y de los que menos historia tenía. Esto hizo que Salamero tuviera que recurrir a las cesiones muy a menudo para completar la plantilla. En verano de 2009, el director deportivo ya había conseguido el préstamo de Ernesto Galán y Juanma Hernández del Espanyol, pero se llegaba al mes de agosto y la plantilla estaba coja.

Junto con el secretario técnico Miki Albert, durante toda la temporada anterior, Salamero había visto muchos partidos de varios filiales de Segunda B, entre los cuales estaban el Atlético de Madrid, el Castilla, el Real Zaragoza o el Athletic Club. El filial rojiblanco jugaba en Cerro del Espino, en Majadahonda, donde el exmáximo responsable deportivo gerundense asegura haber sufrido un frío “terrible” superable gracias al “caldo caliente” que había al bar.

Allí fue donde se enamoró de Koke. “Era un filial espectacular. David De Gea y el central Álvaro Domínguez enseguida subieron al primer equipo aquel mismo año. Koke era más joven, pero era un portento físico. Un pulmón que no paraba de correr. También estaba el extremo Cedric, que después jugó en el Numancia en Segunda y era un cañón por la banda”, recuerda Salamero.

De Majadahonda a Valdebebas

Ni Koke, ni De Gea ni Domínguez llegaron nunca al Girona. Sí que lo hizo, por el contrario, Marcos Tébar. La cesión del jugador se coció el mismo día que Salamero recibió la negativa del Atlético por Koke. Desde Majadahonda, el lloretenc cogió el coche y fue hasta Valdebebas, donde se vio con representantes del Madrid para pedir la cesión de Tébar.

El centrocampista no llegaría en verano, pero sí en enero y, después, haría carrera en Montilivi hasta 2013. “Para los jóvenes jugadores de filiales, un club como el Girona de antes era una gran salida porque los formábamos y cogían experiencia en Segunda División. Un poco como hace ahora el Mirandés”, describe.

Aquel viaje en tierras madrileñas, pues, acabó siendo bastante productivo para el Girona.