Montaña rusa de emociones para David Gallego

David Gallego, durante un lance del encuentro en Moscú

David Gallego, durante un lance del encuentro en Moscú / EFE

Jonathan Moreno

Contra las cuerdas llegaba David Gallego al ring moscovita para medirse a su Ivan Drago particular. Sabía el técnico de Súria que debía salir victorioso de la pelea con el púgil ruso. Un enemigo temible. Más por la historia que por sus ‘uppercuts’. Ningún club español había noqueado al CSKA ante sus fervientes seguidores. Hasta que llegaron los blanquiazules. 

Por primera vez en mucho tiempo se vio al técnico perico sonreír. Lejos del gesto huraño e irascible que muchas veces transmite. No hay mejor terapia que los tres puntos. La cara es el espejo del alma. Y la de Gallego respiraba aliviada.

Con parte de la afición en contra debido al juego y, especialmente, los resultados, el catalán ya había recibido un ‘toque’ por parte de los rectores del club. Llámenle ultimátum, si ustedes quieren. Dos partidos para mejorar la imagen del equipo. Dos encuentros antes del parón por selecciones para sumar puntos, tanto en Europa como en Liga. El primer examen se superó con buena nota. El fútbol desplegado en el segundo tiempo fue acorde a lo que el plantel está mostrando en este inicio de temporada. 

Pero la memoria en el fútbol es corta. Ayer es una distancia sideral en el cosmos del deporte. Ahora toca centrarse ya en la segunda reválida y ésta llegará el domingo al mediodía bajo el cielo de Palma de Mallorca. A esa hora a David Gallego la soga no le llegará al cuello. El gesto taciturno regresará y el Espanyol volverá a poner su credibilidad liguera en juego. Moscú es el camino a seguir en este vaivén emocional en el que se ha instalado el espanyolismo. La paciencia está bajo mínimos.