El barcelonismo ‘salió y disfrutó’ en una jornada electoral atípica

Los socios culés vivieron con entusiasmo una fiesta democrática que puso fin a más de cuatro meses de desgobierno institucional

El coronavirus no impidió al Barça demostrar que es un club único por muchas razones

El Camp Nou, durante la jornada electoral del FC Barcelona

El Camp Nou, durante la jornada electoral del FC Barcelona / Valentí Enrich

Jordi Carné

Jordi Carné

Nueve de la mañana. Se abren las puertas las seis sedes electorales a los socios. El cielo encapotado da paso a una lluvia súbita que en sus primeras gotas parece incesante. El riesgo de que la fiesta democrática del FC Barcelona se transforme en un mero trámite sobrevuela cada vez más solemnemente el Camp Nou, el principal punto de votación. La pandemia y todas las medidas de precaución para combatirla, el ‘Barçagate’, la incertidumbre deportiva, el descrédito social y la crisis económica del club azulgrana tampoco ayudan a esbozar un escenario optimista en cuanto a la participación se refiere.

Nada más lejos de la realidad. El Barça es único y volvió a dejarlo claro una vez más. Los socios querían poner punto y final a 130 días de desgobierno institucional costara lo que costara. Y lo hicieron con ilusión. Con una sonrisa capaz de transparentar las mascarillas más robustas del mercado.

A lo largo de las 12 horas de votación se pudieron contemplar muchas muestras de por qué el ‘Més que un club’ no es solo un eslogan publicitario. Los socios culés respetaron escrupulosamente el protocolo elaborado con minuciosidad. Algunos, como Julián, lamentaron no poder gozar al máximo de un día que solía erigirse en una excusa perfecta para empaparse de barcelonismo junto a su familia. Para otros como Ramon y Álex, el ambiente inevitablemente más frío que en otros comicios (aunque se avivó en algunos instantes, especialmente durante la mañana) no fue un escollo para sufragar con esperanza y con muchas ganas de conocer al nuevo presidente. Antoni destacó la seguridad con la que pudo ejercer su derecho a voto, mientras que Lluís criticó la mala gestión de un Bartomeu al reconoció haber entregado su confianza en 2015.

Jugadores, capitanes, candidatos, expresidentes, leyendas, políticos… Nadie se lo quiso perder, ni un Leo Messi que nunca antes había participado en los comicios. Las urnas se llenaron de papeletas de forma ordenada, pero constante, y las colas que hubo en algún momento de la jornada se controlaron a la perfección. El entorno del Barça anhelaba salir y disfrutar, tal como reza la estatua de Johan Cruyff. Y nadie, tampoco el coronavirus, pudo impedírselo.