Koeman no pudo evitar la ruina total del Valencia

Debacle de las gordas en Mestalla. El nuevo técnico del conjunto valencianista no pudo debutar con peor pie

Ronal Koeman deberá reconstruir el Valencia sobre ruinas. Las que dejó en su paso por Mestalla el Rosenborg... ¡el quinto de la Liga Noruega!. La cenicienta del grupo bailó a un conjunto che que fue un espectro y que, tras esta derrota, queda a expensas de un milagro para alcanzar los octavos de final.

Ahora toca ganar en Londres, al Chelsea, al Schalke 04, en casa... y esperar. Todo por obra y gracia de un clásico del fútbol noruego: Iversen. El ariete materializó una victoria tan inesperada como definitiva que reabrió la crisis a orillas del Turia. La tregua por la llegada del nuevo entrenador apenas duró 58 minutos, los que el internacional noruego tardó en situar el 0-2 en el marcador. Gritos y pañuelos, esta vez contra el palco. Y aún suerte que Koné, el otro delantero del Rosenborg, se convirtió en el mejor aliado de Hildebrand...

Pronto se vio la cosa podía acabar en tragedia. El Rosenborg llegó a Mestalla dispuesto a resistir las embestidas de un Valencia que salía obligado a ganar. Más teniendo en cuenta la afrenta que supuso su derrota en Trondheim, en la última jornada europea. El cuadro valencianista no sólo necesitaba los puntos, sino que tenía una cuenta que saldar. Quien más quien menos pensaba en superar el 'goal-average'. Todos daban por segura la victoria. Pero este Valencia es una sombra. Sin fuerza, sin empuje y sin alma. Ni la reaparición del suspirado David Villa. Nada de nada.

El Rosenborg se dio cuenta enseguida. No hubo salida en tromba, no hubo presión, no hubo ideas. Y sin argumentos, aparecieron las dudas, los nervios y las indecisiones. Todo facilidades para un equipo noruego que por momentos recordó al Milan de Arrigo Sacchi. Presión, velocidad, toque, desmarques. El Rosenborg jugó uno de sus partidos más plácidos de la temporada. Los centrocampistas se incorporaban como flechas ante la lentitud y descolocación de la medular valencianista. Y delante, Iversen se convertía en un gigante insuperable para el tándem Caneira-Iván Helguera.

El ariete noruego ya avisó en la primera parte con un remate a la madera, tras una triangulación que acabó con un centro al segundo palo de Traoré. Poco después culminaría una gran jugada individual de Sapara, con un remate a la mediavuelta en la frontal del área, ante la pasividad de Helguera. Eran los primeros momentos de desconcierto de un Valencia que llegó vivo al descanso porque Koné, uno de los verdugos del partido disputado en tierras noruegas, cabeceó todo lo mal que pudo un centro milimétrico de Dorsin.

La grada de Mestalla acogió el intermedio con calma, convencida de que el 0-1 sólo era un accidente que los suyos iban a remediar en la segunda parte. ¡ilusos! Lo peor estaba por llegar. El empuje che acabó a los dos minutos, en un saque de falta envenenado de David Silva al que no llegó por pelos David Villa en el segundo palo. Poco después, cantada monumental de Hildebrand y mazazo definitivo. Ahí acabó todo.

Sin reacción

Koeman reaccionó de inmediato dando entrada a Angulo y Zigic. Sólo quedaba la heróica y el holandés se la jugó con la garra del asturiano y la capacidad en el juego aéreo del gigante serbio. Todo fue inútil. El Valencia siguió sin dar señales de vida ante un Rosenborg que acabó paseándose y arrancando los únicos aplausos de sus escasos aficionados y de los pocos valencianistas que tuvieron estómago para quedarse hasta el final.

Koeman llegó para crecer como entrenador en un grande de Europa y está a punto de quedarse sin Champions League a las primeras de cambio. El holandés tiene un muerto clínico al que va a costar mucho sacar de la UVI. Para empezar, palo de los gordos.

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