¿Aumenta la miopía en los niños por culpa de los confinamientos?

¿Aumenta la miopía en los niños por culpa de los confinamientos?

¿Aumenta la miopía en los niños por culpa de los confinamientos?

Los nuevos hábitos de vida derivados de la pandemia, como el aumento del uso de pantallas o la reducción de juegos al aire libre de niños y adolescentes, podrían derivar en un incremento de la miopía infantil-juvenil.

No hay ninguna duda de que los dispositivos electrónicos resultan muy atractivos para los más pequeños.

Si a esto se le suma la lista de precauciones que debe tomar un adulto durante los juegos al aire libre, el resultado es una disminución del tiempo que los niños pasan a la luz del día.

El principal efecto de esta premisa es claro: un detrimento de la claridad en la visión a distancia de los niños. Algo que ya se puede denominar como una epidemia de miopía infantil.

Generación miope

Un estudio chino sobre la salud ocular en niños de 6 a 13 años reveló un descenso sustancial de la agudeza visual entre los más de 100.000 niños que participaron. El examen se llevó a cabo tras los cinco meses de cuarentena por la Covid-19.

En comparación con los resultados de las revisiones anuales previas, la capacidad de ver con claridad los objetos lejanos se había reducido de manera vertiginosa, en especial entre los niños cuyas edades oscilan entre los 6 y los 8 años.

Asimismo, un estudio canadiense analizó cómo invertían los niños su tiempo durante el confinamiento.

Por un lado, observaron la actividad física de los niños y el tiempo al aire libre. Por el otro, el tiempo frente a la pantalla y el uso de las redes sociales.

El resultado desveló que los niños de 8 años pasaban un promedio de más de cinco horas al día frente a las pantallas por entretenimiento. A esto debemos sumarle el tiempo que estaban delante de los dispositivos para hacer las tareas escolares.

Uniendo ambos estudios, los investigadores establecen que la causa más probable de esta miopía en niños es la falta de exposición a la luz exterior.

Pero, ¿por qué afecta más a los niños de menor edad?

La razón es sencilla: cuando nacemos, todos somos hipermétropes. Esto hace que enfoquemos las imágenes por detrás de la retina y no directamente sobre ella. Lo que se traduce en ver de forma borrosa objetos cercanos.

A medida que crecemos, los ojos se alargan hasta formar una esfera, lo que permite que las imágenes converjan de manera directa en la retina.

Sin embargo, si este alargamiento no se detiene, las imágenes convergen entonces por delante de la retina. En ese caso no percibiríamos con claridad cosas lejanas, lo que constituye la definición de miopía.

Para que el proceso se detenga en el punto exacto, la clave es la luz exterior. Este tipo de iluminación estimula la liberación de dopamina, un neurotransmisor que puede frenar el alargamiento del ojo.

De ahí que los más afectados actualmente sean niños tan pequeños, cuyo alargamiento ocular se encuentra aún en proceso.

La peligrosidad de la miopía

En general, las personas con miopía son más propensas a desarrollar otras complicaciones que amenazan la vista.

Es decir, puede provocar la aparición de cataratas o glaucomas, entre otras enfermedades. Si la afección se vuelve extrema, puede incluso provocar desgarros o desprendimientos de retina.

Estos riesgos están estimulando los estudios de tratamientos que podrían evitar que la miopía se convierta en algo patológico.

Uno de los métodos que se están estudiando es el uso de lentes de contacto multifocales con gran poder de aumento para intentar frenar la progresión de la miopía en los niños.

Otro método, que en la actualidad se considera más prometedor, es el uso de gotas de atropina para minimizar el alargamiento indebido del ojo.

Sin duda, a falta de tratamiento, la prevención más eficaz tal vez sea que los niños pequeños pasen menos tiempo frente a las pantallas y mucho más tiempo al aire libre.