Ramos regala tres puntos de oro la noche del 'whisky on the rocks'

Venía de no convencer el Barça en Mallorca. Ante el Sevilla era necesario ganar para mantener el pulso arriba y, a poder ser, recuperar la fluidez y la vistosidad. Las tuvo para ganar más holgado el cuadro de Xavi, que finalmente se topó con un regalo del gran protagonista de la noche, un Sergio Ramos silbado que se marcó en propia el 1-0.

Aroma de partido anómalo el que se respiraba en los aledaños de la ‘Muntanya Màgica’ de Montjuïc en la previa del Barça-Sevilla. Riadas de gente de lo más variopinta. El azulgrana se mezclaba con las camisetas de uno de los reyes del pop español. Joaquín Sabina había colgado el ‘sold out’ en el Palau Sant Jordi (unos 18.000 gargantas) y apenas a unos 100 metros de distancia, a la misma hora, se iba a vivir un Barça-Sevilla lleno de morbo.

Con los colores del fin del día tiñendo la zona de la Anilla Olímpica y dejando una postal espectacular iban llenándose las entradas al Estadi Olímpic. Algunos pocos aficionados del Sevilla. Tímidos después del comunicado de su club unas horas antes anunciando que no habría representación de la directiva en el palco como protesta por el caso Negreira.

RITMO ALTÍSIMO

Con todo ese trasfondo arrancaba el duelo sobre el césped. Justo después de un bonito homenaje a las mundialistas del Barça. Las que ganaron medalla y las que no. Ovación atronadora. El ritmo del encuentro, desde el primer suspiro, era frenético. Balde, como si hubiera tomado nota de algunas críticas que le han caído esta semana, empezaba como un tiro por la izquierda.

Gundogan se estrena como pivote en el 4-3-3 más puro

La primera la tenía Joao Félix tras dejada de Lewy. La sacaba con problemas Nyland. En el 21’, precisa jugada por dentro de Cancelo, este asistía para su compatriota, el otro Joao, y el ex del Chelsea reventaba el travesaño. Lo olía el Barça.

 Pero para nada estaba agazapado el cuadro de Mendibilibar. En el 29’ Gavi sacaba un gol cantado bajo palos. Añadiendo dosis de épica a esa leyenda que se está construyendo a su alrededor. Lukebakio tiraba contra el cuerpo de Ter Stegen acto seguido. Antes del 40’, pésima noticia. Raphinha, tras tener una ocasión clara, se llevaba la mano al bíceps femoral. Fermín entraba por él. Y nada más entrar tenía una clarísima. Conexión ‘made in’ La Masia con Lamine, controlaba exquisito el andaluz pero tiraba al muñeco con todo para marcar.

Empezaba intenso el segundo tiempo. Lewy rozaba el 1-0, pero su remate salía mordido. En el córner posterior, Gavi la tenía con un cabezazo bien dirigido. Partidazo del andaluz junto a su paisano también formado en La Masia Fermín. Aparecía Lamine y seguía martilleando el cuadro de Xavi. Un doble quiebro genial del de Rocafonda no lo acababa aprovechando nadie en el corazón del área.

RAMOS, DESENLACE DE CINE

Salía el 'Tiburón' Ferran por Joao. El tiempo corría deprisa. Y en esas apareció la acción del partido. La más icónica. Sergio Ramos, que volvía a Barcelona tras su largo historial de líos en los clásicos, había sido abucheado en cada acción. Un centro de Ferran al segundo palo lo remataba Lamine y el de Camas se metía el balón en propia puerta. En el 76'.

Se venía abajo el Olímpic con el relevo de Lamine. Este chico tiene duende, es un joven imberbe que no le teme a nada. Con una personalidad que desborda. De los mejores esta noche. Xavi intentaba dar consistencia con Oriol Romeu. Le tocó rotar al de Ulldecona. El primero como suplente en Liga.

FERRAN PUDO SENTENCIAR

Tenía una oportunidad buenísima el Sevilla en el tramo final. Internada de Jesús Navas marca de la casa y repelía Koundé de forma acrobática en el área pequeña. Otra TOP para sentenciar la tenía Ferran Torres, pero su disparo de situación inmejorable era blocado por la defensa.

Acabó amarrando el Barça un triunfo sufrido y vital para seguir arriba apretando las tuercas a Girona y Madrid, que se enfrentan este sábado en Montilivi. Fermín y Lamine, las notas más positivas de un equipo que sabe que en Porto tendrá que dar su mejor de sí. Se lo debe a Europa y a su gente. El maestro Sabina dio suerte desgañitándose en el Sant Jordi a unos metros.