LA ENTREVISTA DEL DÍA

Paco Martínez: "El poder debe compartirse con la gente"

Futbolista, secretario técnico, entrenador, alcalde, profesor... Un ‘rara avis’ en el mundo del fútbol. Perteneció a esa estirpe de jugadores que pedía el balón. Nunca se escondió

Paco Martínez

Paco Martínez / sport

David Salinas

Desde que colgó las botas en el Figueres (1989) no ha parado.

En ocasiones me falta tiempo.

Cuente, cuente...

Estuve dos legislaturas al frente del ayuntamiento de Portbou. De 1991 a 1995 como independiente con el PSC y de 1995 a 1999, también como independiente, con CiU.

¿Cómo se pasa del campo de fútbol a la alcaldía en dos años?

El entorno apuesta por ti, te invitan también a que te lo creas y la mayoría de personas que han estado expuestas al público tienen su ego. Y gusta sacarlo.

¿Qué rescata de esa época?

El compromiso adquirido. Te votan y debes responder a esa confianza dando siempre lo mejor. Y la mejor manera de hacerlo es implicándote de lleno, compartir el día a día con los ciudadanos. El poder hay que compartirlo con ellos.

¿Usted lo hizo?

Sí. Y salí con la cabeza alta. Fue una gran lección de vida. Los votos no engañan. Obtuvimos mayoría en la primera legislatura y doble mayoría en la segunda.

¿Algún episodio inolvidable?

Muchos. Alcanzamos objetivos conjuntos y solidarios, como comprar una ambulancia para poder trasladar de urgencia a la gente mayor y a quien lo necesitara al hospital más cercano.

Y el fútbol volvió a llamarle...

Siempre ha estado presente en mi vida, así que no me dio tiempo a acomodarme en la política, que entendí siempre como una profesión. Pero yo era un amateur en ese campo. De hecho compaginaba la cafetería de la estación de Portbou, la alcaldía y la secretaría técnica del Figueres. Esto era posible levantándome a las 5 de la mañana. Y también pasé por el banquillo del Girona.

¿Le apasionaba el banquillo?

Me saqué el carnet de entrenador de fútbol nacional en el CAR de Sant Cugat pero me apasionaba más la organización y planificación que la competitividad. También soy profesor de entrenadores nacionales de fútbol.

¿Cómo aterrizó en el Camp Nou?

Yo soy natural de Granada y tenía un hermano que jugaba en el Rayo Amarillo de Hospitalet que dirigía Waldo Ramos, ambos me organizaron la posibilidad de hacer una prueba la Navidad de 1970.

Y vino de Granada...

Sí. Hice la prueba. Jugué y me fui. No pregunté si había gustado o no.

¿Entonces?

En febrero de 1971 recibí una llamada del Barça para que me incorporara a las divisiones inferiores. Y de ahí, poco a poco, hasta el primer equipo. Jugué entre 1976 y 1982. Después en el Salamanca, Mallorca, Murcia y Figueres.

Ganó dos Copas y dos Recopas.

Me quedo con la Recopa de Basilea, en 1979. ¿Porqué? Mire, cuando llegamos al estadio, unas dos horas antes del partido, salimos al campo y subiendo las escaleras que daban acceso al mismo vimos la grada frontal, la que quedaba detrás de la vía del tren y...

Siga, siga...

Ahí estaba la afición. Senyeres, banderas barcelonistas, aliento en estado puro... Le juro que nos levantaron medio metro del suelo. Este partido no lo podemos perder, nos dijimos. No podemos fallar a esta gente que ha hecho el esfuerzo de seguirnos hasta aquí.

¿Alguna anécdota?

Charly Rexach, cuando marcó el 3-2, en la prórroga, se arrodilló para celebrarlo. Después le preguntamos: “¿Charly, y esa celebración tan efusiva? ¿Por la trascendencia del gol, no? Y dijo: “No, no... Me dio una rampa, se me agarrotó la pierna y tuve que arrodillarme”. 

Entre 2003 a 2011 volvió al FC Barcelona.

Como miembro de la secretaría técnica del primer equipo. Me encargué de las coberturas de la LFP y especialización del mercado de Italia, Inglaterra, Suiza y Holanda... Trabajé al lado de Txiki Begiristain, representé al club en distintos sorteos y asistí a los campeonatos europeos sub-17, 19 y 21 y mundiales sub-20.

Usted era de los que pedían el balón, de los que no se escondían...

Se llega al fútbol para jugar. 

Pasó de jugar en Primera a hacerlo en 2ª B...

Lo importante era ser feliz. La categoría no tiene que darte la felicidad. El fútbol, sí.