Johan, la actitud frente a la vida
Jaume Roures
24 de marzo de 2016. Jueves Santo. He quedado en ir a casa del farmacéutico de Verges a ver la Dansa de la Mort. Le llamo y me disculpo. No podrá ser, la muerte se ha presentado de improvisto a primera hora.
Lo sabíamos, lo esperábamos, pero no por eso deja de ser menos cruel. Voy a buscar a mis hijos, que no se lo creen. Los jóvenes no piensan en la muerte, es ajena a ellos y siempre les pilla de improviso. Vamos a su casa. Casi nadie llora en esos rostros orgullosos.
Mis hijos sí. Afortunados que crecieron jugando a fútbol con él, esquiando, riéndose de sus “fantasmadas”, intentando entenderle cuando les explicaba a su manera una jugada de un partido, pidiéndole colaboración en sus iniciativas... Nos vamos. Todo el mundo llama pero no hay mucho que decir, ni ganas.
Un año. No puedo decir sin su presencia. Al contrario, podría decir que nunca ha estado más presente, pero sin ese choque de manos, ese semiabrazo, esa sonrisa de pillería callejera. La vida sigue pero no es igual. Contento de ver cómo se le despide en todo el mundo. No me sorprende la hipocresía cercana, cuanta mezquindad.
Un año en el que vas pensando en qué diría él de las cosas que ocurren. Te ríes porque sabes que ya habría previsto el 6 a 1; que le preocuparía cumplir 70 años porque le gusta celebrarlo, pero no suma 14; que sabía que no ganaría la extrema derecha en Holanda porque son un pueblo muy democrático; que seguramente Zinedine Zidane lo hará bien porque ya lo quería fichar para el Barça.
Un año sin llamadas
Un año en el que no recibes esas llamadas en que te recomienda un restaurante; en la que te pega la bronca porque viajas demasiado y hay que disfrutar más; en la que pregunta si ahora hay mejores condiciones para ver si se puede arreglar el tema de las pensiones y los impuestos de los futbolistas; que hay que ir a ver a Luca, que es un jinete de primera; que no le funciona la tele; que tiene un vino buenísimo y a ver si lo bebemos; que Jordi es un buen responsable técnico; que en la Fundación falta esto o aquello; que...
Un año en el que piensas que su legado no hay que reducirlo al fútbol aunque en ese terreno construyó una obra maestra. Johan Cruyff era, es, una actitud frente a la vida, de encarar los problemas sin esconderlos ni esconderse. De ser respetuoso, responsable, de confiar en la gente aún sabiendo que muchos te van a salir rana.
¿No nos hemos dado cuenta que para él lo importante era hacer feliz a la gente? Que sus jugadores disfrutaran y que el aficionado también. Y lo mismo con los miles, sí, miles de niños a los que su Fundación ha ayudado en los más de veinte años que lleva desarrollando una labor superlativa aquí y en muchos países. Una Fundación ejemplar.
El mejor recuerdo es que ese legado no se vaya con él. El mejor recuerdo es continuar pensando en la gente.
- La Policía pide extremar las precauciones en los cajeros bancarios: los estafadores colocan un lector de tarjetas falso
- Xavi se sincera sobre su continuidad: "Me quedo porque...
- La valiente (y ambiciosa) decisión de Marc Guiu
- La continuidad de Xavi provoca una crisis en la directiva del Barça
- Julio Tous, 'fichaje' del Barça para trabajar la fuerza
- Rueda de prensa de Xavi Hernández y Joan Laporta, hoy en directo: última hora sobre el futuro del entrenador del Barça
- El consejo de Niño Becerra para comprar un piso: "Lo que se tiene que tener muy en cuenta es...
- La respuesta de Lunin sobre el gol de Lamine Yamal