Enrique Ballester: "La superioridad moral es un pilar del fútbol actual"

Enrique Ballester trabaja en el Periódico Mediterráneo y colabora con El Périodico

Enrique Ballester trabaja en el Periódico Mediterráneo y colabora con El Périodico

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Enrique Ballester (37 años, Castellón) me recibe en batín como en la canción de Nacho Vegas. Pero aclara que él casi conoció a Carlos Boyero y no a Michi Panero. Así funciona su humor. También cuando cumple con la promoción de 'Otro libro de Fútbol' a través del Skype. Huye de la grandilocuencia como de la peste y escribe de la vida a través del fútbol riéndose de sí mismo.

-"Sabes que te has hecho viejo cuando te molestan muchísimo más los equipos que no saben defender que los equipos que no saben atacar"-

Escribir desde el yo tiene muy mala prensa; ¿te daba miedo caer mal o verte muy expuesto? 

Creo que surgió todo de manera muy natural. Me fui de Erasmus a Suecia y mi jefe me pidió que contara la vida del hincha a distancia. Era el año 2006 y escribía sobre cómo me las apañaba para seguir al Castellón. Desde el principio me pareció que, una buena manera de explicar lo que les pasa a los demás, es a través de lo que te pasa a ti. Porque entre los hinchas tenemos conexiones comunes seas del equipo que seas o de la generación que seas. Al final el yo siempre está ahí aunque se camufle en tercera persona.

Me gusta eso que dices de que tus columnas no van de nada y van de todo como la película Boyhood...

A mí me preguntan por las influencias y muchas están fuera del fútbol. Hay un punto de Jerry Seinfeld salvando las distancias. Porque Seinfeld no va de nada pero va de cosas que le pasan a un tío que te puedes ver identificado de mil maneras. Era un poco la idea. Partir de lo particular para tocar temas universales. Y esa es la justificación del yo. No intento convencer a nadie de nada. No escribo desde el púlpito. Es una opinión que subyace. Y por eso es un yo que no se hace pesado para la gente. 

Otra idea muy presente es la de saber perder. “Con la derrota se convive”, insistes en el libro. “Vivir feliz significa vivir de una manera soportable”

Qué remedio [risas]. Hay un punto de autoparodia también. Yo seguí el día a día del Castellón durante muchos años y hubo un momento que estuvo a punto de desaparecer. El humor fue mi refugio. Y entendí que tenía que reírme de mi mismo para no molestar a la gente que pensara que me estaba riendo de su sufrimiento. La derrota es una escuela de vida muy conveniente. 

¿Qué te ha enseñado a ti?

Si no eres de un equipo que suele ganar tienes que admitir que hay equipos mejores y que no puedes ganar siempre en todo. Y que a lo mejor lo más importante no siempre es ganar sino ser tú en realidad. Tienes que asumirlo porque si no crea mucha frustración ese mensaje social que hay de ser el más guapo, el más rico, consumir mucho. Lo normal no es apostar y ganar. Lo normal es apostar y perder. Así que si empato de vez en cuando ya me va bien la vida.

"Nos cuesta aceptar que Messi puede estar equivocado o no ser tan bueno como antes porque seguimos viendo el fútbol con los ojos de un niño"

¿Hay demasiada gente viviendo a través del fútbol?

Bueno, es un refugio que no está mal viendo como está el patio ¿no?  Si te paras a pensar en la alternativa igual acabas con una escopeta en la montaña. Creo en el fútbol como evasión. Esa parte lúdica del ser humano siempre estará. Y está bien que así sea siempre y cuando no tape lo demás. A lo mejor es un poco al revés. La vida y la política se han futbolizado mucho. De polarizar, de unos contra otros. Cada vez cuesta más aceptar las virtudes del contrario. Creo que todas esas cosas que se le achacan al fútbol, el fútbol solo las canaliza.

¿Un columnista es un reportero con mucha pereza?

No lo sé. Eso lo pueden decir los que son solo columnistas. Yo escribo una columna pero el día antes igual he ido a cubrir el pleno de un Ayuntamiento. Pero sí que me gustaría romper una lanza a favor de la pereza. La pereza y el odio están muy mal vistos. Pero creo que son los dos grandes motores de la humanidad. El tío que inventó la rueda fue por pereza. Porque dijo: hostia, voy a tener que arrastrar un peso gigante, me voy a deslomar. Los grandes inventores de la humanidad los ha movido la pereza. Y luego el odio, bien canalizado, es un motor también muy potente.

¿Como aficionado eres anti algo?

Me saca de quicio la trampa. Pero  luego cuando la hace mi equipo digo: qué listo es este tío. La trampa en el fútbol es igual que el VAR o las fake news. Cuando nos perjudican nos indignamos y cuando nos beneficia miramos a otro lado y no pasa nada.  

Otro tema que llevas mal es la superioridad moral....

Estamos en una época en la que la superioridad moral es casi un pilar de las personas. Y el fútbol está en este momento. Los que juegan bien porque vaya garrulos los otros. Los que juegan más defensivos porque vaya líricos y buenistas estos. Los que son de un equipo pequeño porque es más auténtico lo suyo. Y los del grande que dicen que no saben de fútbol estos pequeños. 

Cada uno en su burbuja...

Yo lo he vivido con el Castellón.  Siempre se vende la película de equipos humildes como si tuvieran que ser buenas personas. Luego los cosen a patadas y ya no caen tan simpáticos. Parece que vayan a estos campos como influencers a regalar gafas de sol en África. Pero lo bueno de la superioridad moral es que cada uno puede elegir la suya. 

"La nostagia es muy tramposa; reivindica mucho el fútbol del pasado cuando era objetivamente peor muchas veces"

Lo que también elegimos muchas veces, cuentas en el libro, es no decir la verdad...

Sí, claro. Es que a veces es de mala educación decir la verdad. Me acuerdo de un jugador del Depor al que le pillaron un vídeo que envió a sus amigos donde decía: somos malísimos y encima no puede salir esta noche. El único problema de ese vídeo es que no estamos preparados para tanta verdad. Pero también hablando de Messi. Consideramos que es un superhéroe y a lo mejor no vamos a admitir que puede estar equivocado o que ya no es tan bueno como antes porque seguimos viendo el fútbol con los ojos de un niño. Tanto los periodistas como los futbolistas nos hemos instalado en unas verdades en las que estamos cómodos. 

¿Compras toda esta corriente de odio eterno al fútbol moderno?

La nostalgia es muy tramposa. Lo natural es edulcorar el recuerdo. Jabois dice que tiene recuerdos de haber sido feliz pero no de ser feliz. Y con el fútbol pasa lo mismo. La nostalgia reivindica mucho el fútbol del pasado cuando era objetivamente peor muchas veces. Era más violento, más racista, más machista, había menos derechos laborales. Tengo amigos que me dicen que les gustaba más cuando solo me leían en Castellón. Y yo les digo: no tío, lo que tú echas de menos es tener 16 años y leerme después de haberte fumado unos petas. ¡Claro que te parecía mejor lo que hacía!