Caimel, el guardián de la memoria de Kubala

Joan Caimel con un cartel de un partido del FC Barcelona en el que aparece la imagen de Kubala, su gran amigo

Joan Caimel con un cartel de un partido del FC Barcelona en el que aparece la imagen de Kubala, su gran amigo / sport

David Salinas

David Salinas

Los recuerdos del eterno Ladislao Kubala reposan en Pineda de Mar. En un humilde almacén. Los custodia Joan Caimel, amigo, compañero, hijo y hermano del mito. Nadie como él, fiel centinela, para preservar la memoria de un futbolista único. En el desorden del local asoman camisetas, botas, trofeos, cuadros, fotografías, medallas… Infinidad de piezas, muchas de ellas inéditas, con las que se podría fundar un museo en honor al que fue ídolo del FC Barcelona en la década de los cincuenta.

“Mi relación con Kubala fue muy estrecha, siempre me tuvo como un gran amigo. Tuvimos una gran y sincera amistad en las últimas décadas de su vida”, recuerda Caimel, para evocar seguidamente el inicio de la historia: “Laszi era muy amigo de Manel Vila, de Calella. Siempre que podía iba al hotel que regentaba. Hablaban, comían y, sobre todo, jugaban a tenis. Pero llegó un momento que Manel, por edad, ya no pudo jugar más y fue entonces cuando me dijo a mí que jugara con Kubala”.  

El tenis como nexo de unión

Y así lo hizo. “En verano, los treinta días de vacaciones, treinta días jugando. El resto del año jugábamos los fines de semana y, tras la partida en el Club de Tennis Calella, íbamos a casa. Primero a desayunar y después, a comer. Los días se completaban en el almacén, hojeando prensa antigua en la que él siempre era protagonista. Lean, Vida Deportiva, Dicen, Revista Barça… Nos pasábamos horas y horas repasando estas publicaciones. Laszi comentaba cada foto, cada texto. Me lo explicaba todo con pelo y señales”.

La amistad entre Caimel Kubala fue consolidándose a base de driveslobs tie breaks, pero también con aquellos días interminables en el refugio de Pineda, que para mayor atractivo cuenta con una bodeguilla en la que Joan almacena botellas de cava, vino y licor, algunas de gran solera. Las hay que superan el siglo de antigüedad.

"Una amistad fuera de lo normal"

“Las confidencias que me fue contando a lo largo de los años no las sabe nadie. Ni nadie las sabrá nunca. Eso siempre quedará entre Laszi y yo. Hay cosas que jamás podré explicar porque nuestra amistad fue fuera de lo normal...”, recuerda.

Agrega que “me han llegado a ofrecer dinero por alguna confesión que me hizo o cosas que yo pudiera enseñar de él, pero nunca en lo vida lo haré. Nunca. Era una gran persona. Más que un hermano, para mí fue un segundo padre. Se llevó muy bien siempre conmigo y, por la forma con la que me hablaba, para mí era como si fuera de la familia”.

Caimel confirma la fama de desprendido que siempre acompañó a Kubala. “Sí, era muy generoso. En La Bisbal de l’Empordà, por ejemplo, donde fuimos varias semanas porque le hacían un cuadro de cerámica, vi como daba dinero a personas necesitadas. Esto lo hizo delante de mí, no me lo ha contado nadie. Lo he visto con mis propios ojos”.

Joan siempre fue un apasionado del Barça y el coleccionismo “pero debido al trabajo no tenía mucho tiempo para dedicarme, así que cuando conocí a Kubala y empezó a darme algunas cosas cada vez me fui aficionando más. Por eso tengo tantas piezas, de Laszi, del Barça y de otros deportes y deportistas”.

Conserva la última camiseta de Kubala

“De Laszi conservo su última camiseta del FC Barcelona. Además, me la firmó de su puño y letra y en un escrito confirmó que, efectivamente, esa fue la última camiseta del Barça que sudó como jugador. Es del año 1961. Un día la sacó del maletero del coche y me la dio. Siempre llevaba cosas en el maletero del coche. Un balón, botellas de cava, calcetines… Veía que lo guardaba todo con gran cariño y no dudaba nunca en darme algo”, recuerda Caimel.

Además de todas las piezas de Kubala, la colección de Joan cuenta con 460 camisetas, unos 300 banderines, 1.000 pins, unos 500 cuadros “y muchos más que tengo por hacer, pero por falta de espacio no los puedo confeccionar… También tengo muchos balones antiguos, botas de fútbol de época, medallas, revistas antiguas... Tengo de todo. De fútbol, baloncesto, hockey patines, rugby… De rugby, por ejemplo, poseo una camiseta del FC Barcelona de los años 40”.

El túnel del tiempo

Es una locura. Entrar en el almacén es traspasar la línea del tiempo. La mirada no puede detenerse en un punto fijo… Siempre hay algo que brilla con más intensidad. O anda cerca Caimel para desempolvar un tesoro mayor. “Tengo un gran aprecio a la camiseta con la que Quini marcó el gol 3.000 del FC Barcelona en la Liga, contra el Castellón en el Camp Nou. Me la dedicó y me la dio. Es un orgullo tener todo esto”…

También posee una colección de camisetas de todos los equipos centenarios de España. “Tengo 92, pronto 96… Me ha costado mucho. Han sido muchas llamadas. Pero es mi ilusión, cuando más me cuesta, más disfruto. Es mi misión”.

El museo, en la mente

Entra dentro de sus planes, algún día, exponer todo este material en el que hay piezas que causarían gran expectación, pero no tiene ayuda. “Creo que el Ayuntamiento de Pineda debería implicarse en el algún proyecto, pero no quieren saber nada”, dice, para agregar que “yo no tengo suficiente dinero como para hacerme con un local de grandes dimensiones y exponer lo que tengo. Vivo de una pensión y eso no lo puedo hacer. Pero no es por ganas… Siempre sueño que me toca la lotería y que podré hacerlo”.

Todo el día lo dedica a su afición. “Voy un par de horas cada día a jugar al tenis pero el resto me lo paso aquí. Hay días que no puedo hacer nada por la cantidad de gente que viene a verme y a ver lo que hay en el local. Todos disfrutan mucho, entonces lo cuentan a los amigos y éstos también vienen. Y yo, orgulloso de que vengan y lo vean, como lo estaría Laszi”.