El Barça post-Messi quiere ser un equipo

Memphis deslumbra en una gran actuación coral del conjunto de Koeman

El Camp Nou se debatió entre la ilusión y la nostalgia del primer día sin Messi

Braithwaite se resiste a dejar escapar el Barça: Marcó el segundo ante la Real de cabeza

Dídac Peyret

Dídac Peyret

En los últimos meses el fútbol está premiando el juego colectivo. En las victorias del Chelsea en la Champions e Italia en la Eurocopa se intuye una tendencia. Un camino hacia lo coral para competir.

A ese relato se agarra el Barça para aprender a vivir sin Messi. A una idea de equipo a las antípodas del PSG, bautizados ya como los nuevos galácticos.

Hace años que el equipo azulgrana fue concediendo licencias a sus estrellas. A Guardiola se le entendió todo cuando dijo aquello de que prendrem mal para explicar su desgaste. Y Luis Enrique terminó dirigiendo un equipo que se definió por un tridente.

Koeman tiene ahora un problema que puede ser una oportunidad. Una plantilla sin una estrella capaz de decidiri un partido por sí mismo. Pero también un grupo dispuesto a ser un equipo de verdad. Quedó claro con los primeros 30 minutos ante la Real Sociedad.

Una prometedora puesta en escena coral, que se explica a partir de Memphis. El holandés, el talento más puro que le queda al equipo, fue el primero en correr hacia atrás. Su actuación asombró a la afición por su insultante osadía.

Depay durante el partido

Depay durante el partido / Efe

Memphis ilusiona

Memphis parece ajeno a la salida de Messi y a la caída anímica del club. Ha llegado con ganas de hacerse suyo el equipo y no siente miedo.

El mejor ejemplo fue un control orientado con el tacón, un gesto emocionante que recordó a Neymar. Los dos comparten un fútbol imaginativo y una confianza brutal en sus posibilidades. 

Le hace falta ilusionarse al culé y vivir cada partido sin la pereza de los últimos tiempos. Que Piqué marcara el primer gol contribuyó a esa sensación de pertenencia. Su rebaja salarial ha llegado a una afición que necesita gestos así para sentirse suyo este equipo.

A su lado jugó Eric Garcia, que debutó como si nunca se hubiera ido del Barça. El catalán hace de la discreción una virtud, con un fútbol práctico, sin efectismos, cargado de sentido.

Cuatro entrenamientos le han bastado a Koeman para darle la titularidad por delante de Araujo y Lenglet. Su partido dejó una sensación unánime: será central del Barça muchos años.

Intensidad y valentía

Media hora de dominio abrumador fue la carta de presentación del Barça post-Messi y dos goles de Braithwaite parecían cerrar el partido. No fue así porque la Real resucitó con dos tantos a última hora.

Un obstáculo inesperado que reforzó la sensación de equipo. Porque la reacción del Barça fue la de seguir apretando hasta encontrar el premio de Sergi Roberto.

En el fútbol, como en la vida, las noticias más imprevisibles a veces tienen algo de catártico. Y en esa tesitura está este Barça. En un nuevo ciclo. Obligado. Pero nuevo ciclo en definitiva.

Sin Messi el Barça ha perdido el jugador más definitivo, pero se ha democratizado el juego. Sin Messi el culé siente el peso del tiempo, pero también el final de la rutina.