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El Barça se conjura en una comida de hermandad

El equipo se siente más comprometido que nunca después de los últimos tropiezos y, sobre todo, responsabilizado para salir de una incómoda situación que pasa por eliminar al Milan en los octavos de final de la Champions

JAVIER MIGUEL | BARCELONA

Los jugadores y el cuerpo técnico se conjuraron el pasado mediodía con un almuerzo de hermandad que se inició al término de la sesión de entrenamiento. La cita tuvo lugar en Rubí.

La iniciativa partió de los capitanes, conscientes de que deben tirar del carro y animar al resto del equipo para que todos crean que la remontada ante el cuadro transalpino es posible. Recuperar el optimismo fue uno de los motivos principales que ha llevado a los pesos pesados del conjunto blaugrana a montar la comida de hermandad.

Los futbolistas han reconocido los últimos días que las derrotas ante el Real Madrid les ha dejado tocados, pero no hay tiempo para las lamentación. El futuro del Barça en Europa se pone en juego la próxima temporada en el Camp Nou y todavía hay margen suficiente para encontrar la reacción. Levantar la moral es el primer paso para recobrar las buenas sensaciones futbolísticas.

Éste ha sido la primera vez que los jugadores han compartido mesa y mantel esta temporada después de que se anulara la cena prevista justo antes del descanso navideño. La recaída en la enfermedad de Tito Vilanova obligó a la cancelación y los capitanes han entendido que ahora la ocasión ideal para retomar la cita que ayuda a reafirmar el buen ambiente. 

En cuanto a las cuestiones abordadas durante el almuerzo de conjunto solo se ha filtrado que la totalidad del equipo hizo votos para dejar a un lado las cuestiones personales y centrarse en aunar esfuerzos en beneficio del colectivo. Se insistió en que recuperando la mejor versión futbolística del equipo, el Barça no solo está en condiciones de remontar la eliminatoria frente al Milan sino que es capaz de coger uno de los preciados billetes para no faltar a la cita de Wembley y levantar otro trofeo de Champions League.

Un deseo, una voluntad que se plasmó en un brindis emotivo hacia el final de la comida. Fue un momento especial, no exento de una cierta rabia por todo lo acontecido desde el pasado mes de diciembre y que ha afectado tanto en lo deportivo como sobre todo en lo personal. Una vez más, fiel a su figura, el responsable de material, Chema Corbella, lideró el timón, se alzó ante todos y reclamó el brindis comunitario al grito de “¡Vamos a ganar la Champions!”.

Como no podía ser de otra forma, la ausencia de Tito Vilanova se ha dejado sentir, y mucho, en los momentos más críticos.