El secreto de Griezmann estaba en Jordi Alba

Lenglet-Griezmann: conexión francesa para adelantar al Barça en Ipurua

Toni Juanmartí

Toni Juanmartí

Antoine Griezmann dio en Ipurua el paso al frente que se le pedía. El francés completó su mejor partido como jugador del Barça, no solo por su protagonismo en los tres goles, sino también por su participación continua y trascendente en el juego. Nadie ha dudado nunca de su calidad, pero sí de su encaje como extremo izquierdo en el 4-3-3. Frente al Eibar, el ex del Atlético brilló partiendo desde esa posición. Sin restarle ningún mérito al francés, el regreso de Jordi Alba a la titularidad tuvo mucha 'culpa' de que así fuera.

Lo más mediático de la actuación de Griezmann en tierras vascas fue lo que aparece en los resúmenes: la certera definición en el 0-1, la asistencia a un toque -su especialidad- a Messi en el 0-2 y el pase de mérito al rosarino en el 0-3 de Luis Suárez. Sin embargo, los 'highlights' no muestran las buenas sensaciones que dejó el encuentro del galo en términos de participación y peligrosidad. El '17' entró 61 veces en juego, doblando prácticamente sus registros contra Athletic (30), Getafe (32) y Osasuna (33). El delantero se movió, además, en zonas de peligro. O lo que es lo mismo, lejos de la banda en ataque estático.

El regreso de Jordi Alba a la titularidad dotó al equipo de la profundidad perdida. Desde la marcha de Neymar, dicha responsabilidad se ha repartido entre el catalán y, cuando ha jugado, Dembélé. La presencia de Alba otorgó a Griezmann libertad para abandonar la banda y meterse por dentro, cerca de Messi. Es ahí donde más ha brillado en su carrera. Lo sabe un Deschamps que criticó la decisión de Valverde de enviarlo junto a la cal. 'Anto' es rápido pero no explosivo. Dembélé, en cambio, sí saca rédito desbordando en estático gracias a su asombroso cambio de ritmo.

DOS PÁJAROS DE UN TIRO

Desplazándose hacia el carril central, Griezmann liberó el espacio que necesita Alba para sorprender y, de paso, se instaló en su hábitat. La asistencia a Messi en el 0-2 o el pase al '10' en el 0-3 sirven de ejemplo. Es cierto que el galo abrió el marcador en posición de extremo. Lo hizo tras un desplazamiento en largo de Lenglet, un tipo de jugadas en las que el atacante sí puede sacar tajada de su velocidad. El Eibar adelantó mucho la defensa y buscar la espalda de la zaga armera era una orden clara de Ernesto Valverde. Es en ataques posicionales donde Griezmann se apaga actuando como extremo. Y estos, por el estilo de juego del Barça, se dan bastante más que las transiciones rápidas y los balones largos. 

El duelo en Ipurua debe sentar las bases de lo que debe ser el papel de 'Grizzi' en este equipo. Henry o Villa, de características similares -que no iguales-, ya lograron encontrar su sitio partiendo desde la banda. Y el francés también parece haber visto la luz. Ahora, el barcelonismo ya se frota las manos mientras se cimienta, sin prisa pero sin pausa, su química con Leo y Luis. Tanto el rosarino como el uruguayo están, por cierto, impresionados con la implicación defensiva de Griezmann. No es para menos y, no nos engañemos, el equipo no andaba sobrado de eso. ¡Qué capacidad de sacrificio!